Ellos son personas que tienen derechos como el resto de los ciudadanos, que actúan porque tienen que hacerlo, no atacan, reaccionan a la violencia en las protestas y los gobiernos los han usado permanentemente. Este año, de 15 manifestaciones, 5 terminaron en disturbios.
Yo defiendo al Esmad porque se requiere para defender los derechos de todos los ciudadanos, porque no se puede hablar solo de los derechos de los manifestantes.
Se nos olvida que el interés general prima sobre el particular. O qué me dicen del derecho vulnerado de 2 millones y medio de personas que se movilizan en TransMilenio o de 1 millón 600 mil que lo hacen en los buses del SITP. Esos derechos también cuentan y se afectan cuando los vándalos bloquen su paso o rompen los buses.
Cuenta también el derecho de un ciudadano inerme que se ve impotente cuando una turba se le va encima de su camioneta porque no pita. Quién si no la Policía defiende ese derecho. Son 19.500 policías en la ciudad y la mayoría son de estratos 1, 2 y 3.
No podemos seguir manejando códigos de violencia, como agredir a un policía que acaba de salir de turno y lo agreden por ir con uniforme. Esta ciudad no merece un debate entre quienes apoyan y quienes no apoyan a los policías, porque ellos son la institucionalidad. La violencia no tiene ninguna justificación.
No podemos seguir manejando un discurso de llamados al odio, porque generan pesimismo, la violencia a favor o en contra no funciona. Aquí hay que defender los derechos de todos: de los manifestantes, de los gestores de convivencia, de los policías, de los ciudadanos que van al trabajo, de los pasajeros del transporte público, de todos.
Yo defiendo el Esmad, que en ocasiones tiene que actuar. En Francia, en Italia, en todas partes existen fuerzas parecidas al Esmad.
No estoy en contra de las protestas, pero estas no puede generar daños como los causados a TransMilenio o al patrimonio de la ciudad porque eso lo pagamos todos, como ocurre con los dos mil millones que hay que invertir para reparar los daños o como los costos de los 37 buses y 15 estaciones que dañaron el 21 de enero.
Protestas sí, pero no así. Con la violencia no podemos conciliar porque el pasado tres de febrero un gestor de convivencia resultó herido con químicos corrosivos en la Universidad Nacional. Así no se puede aceptar la protesta.
CONCEJAL