Pico y placa ¿será peor el remedio que la enfermedad?

Para algunos, el pico y placa, además de ineficiente, se ha convertido en una medida fiscal que está afectando el bolsillo de los ciudadanos. Especialmente con el nuevo cambio, quedan pocas opciones para los capitalinos, pues es inseguro moverse en bicicleta, y el transporte público es insuficiente. Esto se refleja en que el 44% de los ciudadanos no se siente satisfecho con el medio de transporte que utiliza[1].

Desde que se empezó a implementar el pico y placa hace poco más de dos décadas, motivó a los ciudadanos a comprar un segundo vehículo con placa distinta a la del primero a fin de poder circular. Con la nueva medida, que podría cambiar cada cuatro (4) meses –aún no está del todo definido-, será imposible para los dueños de vehículo particular anticiparse, en ese sentido esta medida sí es efectiva en desincentivar el uso de un segundo carro.

Lo cierto es que en 2018 Bogotá ocupó el primer lugar en el ranking de ciudades con peor tráfico en América Latina, y en 2022 se mantuvo en ese puesto. En Colombia en todas las ciudades con o sin medidas de restricción se ha dado un aumento del parque automotor en los últimos años. Pero Bogotá es una de las que tiene mayor incremento[2]. En los últimos cuatro años se han registrado más vehículos en las localidades de Chapinero, Usaquén y Suba oriental[3].

Esto se replica en otras ciudades latinoamericanas. En Santiago de Chile, por ejemplo, desde 1986 se ha implementado la restricción según el último dígito de la placa, que aplicaba inicialmente al 20% de los autos, pero que en 2008 aumentó a 40% de la flota vehicular. Dentro de las consecuencias no esperadas ocurrió que los conductores con mayores recursos económicos utilizaban carros menos contaminantes que no tenían la restricción. Además, gran parte de las familias compraron un segundo vehículo, que por lo general era más viejo y/o contaminante que el primer auto. Entonces, la medida no ha sido efectiva, por cuanto no ha logrado los efectos deseados y porque la gente ha encontrado formas de evadirla[4].

En Ciudad de México, un estudio que evaluó el efecto de la restricción, implementada desde 1989, sobre la calidad del aire, no encontró evidencia de mejora en la calidad del mismo y evidenció un incremento en el número de vehículos en circulación. Como agravante, las familias con 2 autos tendían a usar ambos los fines de semana y durante las horas en que no aplicaba la restricción, lo que en definitiva terminaba aumentando la polución y congestión.

En Bogotá no se ha implementado un sistema de monitoreo para determinar la medida del impacto en el tráfico. No hay medidas sistemáticas de promedio de velocidad antes y después de la introducción de la política, lo que no permite establecer conclusiones sobre elementos esenciales como: i. qué ocurrió con el 40% de los viajes luego de que la restricción tuvo lugar; ii. Cuáles son los cambios en los modos de transporte; iii. Cuáles viajes dejaron de hacerse; y iv. Determinar si cambiaron los horarios en los cuales la gente se movilizaba[5].

En esto coincide la Personería Distrital, quien resalta la ausencia de estudios técnicos que justifiquen la decisión de rotar la restricción y eliminar la opción del carro compartido[6] y exige a la Administración una explicación. Asimismo solicita información que dé cuenta de la proyección del volumen vehicular para 2023 versus los datos del tráfico reportados durante 2022. Por último, el personero distrital cuestiona la exclusión del carro compartido, pues señala que de 11.211.345 permisos al 31 de diciembre de 2022 solo se generaron 1.071 comparendos, lo que representa el 009% de los vehículos con dicho permiso[7].

Desincentivar el uso del vehículo particular no puede hacerse solo desde la restricción, sino que se deben ofrecer alternativas reales. Por ejemplo, políticas públicas que mejoren los servicios alternativos de transporte y que suplan las necesidades de tiempo, eficiencia y comodidad que se obtienen al viajar en vehículo particular[8].

El concejal Armando Gutiérrez anunció que llevará a cabo un control político sobre el pico y placa, pues la movilidad ha sido uno de los mayores dolores de cabeza de los capitalinos y se hace necesario evaluar la efectividad de las últimas medidas adoptadas por la Administración.

Partido Liberal Colombiano