En la continuación del debate de control político sobre la situación del racionamiento de agua en Bogotá, la concejala Ana Teresa Bernal del Pacto Histórico hizo un llamado urgente a abordar la insostenibilidad del modelo urbano actual y a reconsiderar las políticas hídricas de la ciudad.
Bogotá enfrenta una grave escasez de agua, lo que evidencia la insostenibilidad del modelo urbano que ha prevalecido durante años. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), Bogotá tiene una disponibilidad de agua per cápita de 171 m³/año, muy por debajo del umbral de escasez hídrica de 1,000 m³/año. Esta cifra subraya la extrema presión sobre el sistema hídrico de la región. La dependencia de fuentes externas de agua, como la Orinoquia, no es una solución a largo plazo y resalta la necesidad de reestructurar nuestro enfoque hacia una gestión más sostenible del agua. "No podemos insistir en soluciones equívocas," enfatizó Bernal. "El impacto ambiental del Proyecto Chingaza II sería devastador."
Desde los años 90, se ha planteado el Proyecto Chingaza II, que tendría significativas repercusiones ambientales para la región. Este proyecto no es una solución sostenible; al contrario, perpetúa un modelo urbano que ya ha demostrado ser perjudicial. Estudios ambientales previos han estimado que Chingaza II afectará aproximadamente 2,500 hectáreas de páramo, un ecosistema crucial para la regulación hídrica y la biodiversidad. "Debemos reconsiderar y buscar alternativas que no perpetúen el problema," agregó Bernal.
El Agua como Derecho, no como Mercancía
Según datos de la Superintendencia Financiera de Colombia, en diciembre de 2020, el agua alcanzó un precio de 499 USD en el mercado de futuros de materias primas. La cotización del agua en el mercado financiero no aborda la crisis hídrica de manera equitativa ni sostenible. En cambio, fomenta la especulación y el lucro a expensas del acceso universal y justo al agua, un derecho fundamental reconocido internacionalmente.
"La relación de dependencia entre la vida y el agua no permite acciones de gobierno de corto alcance. ¿Realmente podemos resolver la crisis hídrica con dinero?" cuestionó Bernal.
El modelo de ciudad consolidado por las últimas tres administraciones parece estar en guerra con el agua. Hacer la paz con la naturaleza es esencial para garantizar nuestra supervivencia y el buen vivir a largo plazo. La naturaleza no es un recurso inagotable que podemos explotar sin consecuencias; es la base de nuestra existencia. Restaurar y proteger los ecosistemas es imprescindible para asegurar la provisión continua de servicios vitales como el agua limpia, el aire puro y la regulación climática.
Fomentar un desarrollo urbano que respete y coexista con el ambiente no solo preserva la biodiversidad, sino que también crea comunidades más resilientes y sostenibles, capaces de enfrentar y adaptarse a los desafíos del cambio climático y otras crisis ambientales.
Oportunidad Única en la COP16
"Hoy, como anfitriones de la COP16 de biodiversidad, tenemos una oportunidad única", afirmó Bernal.
Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Colombia se ha comprometido a proteger el 30% de sus áreas marinas y terrestres para 2030. Este compromiso ofrece una plataforma ideal para que Bogotá lidere con el ejemplo, implementando políticas urbanas que prioricen la ordenación del territorio alrededor del agua, el cuidado del patrimonio ambiental y la reparación de los daños causados.
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