Bogotá se enfrenta a un posible escenario de desabastecimiento hídrico, marcado por una predominante cultura del malgasto de agua, exacerbada por los efectos adversos del fenómeno natural de El Niño y el cambio climático.
Según los datos más recientes proporcionados por el Acueducto respecto a la proposición 546 de 2024, el volumen almacenado en el embalse de Chuza ha mostrado una tendencia decreciente desde diciembre de 2021, agravándose significativamente durante el año 2023. Para el 31 de diciembre de 2023, este embalse registró apenas 82 millones de metros cúbicos de agua almacenados, en comparación con su capacidad total de 220 millones de metros cúbicos. Esta situación pone en evidencia la urgente necesidad de tomar medidas correctivas y preventivas.
Es importante destacar que la instalación de la mesa técnica entre los gobiernos distrital, regional y nacional, realizada el pasado 22 de abril, debió haberse implementado mucho antes. La alerta naranja declarada en febrero de este año, junto con la tendencia descendente desde 2021, indicaban claramente la necesidad de una acción anticipada para enfrentar la crisis hídrica que ahora estamos experimentando.
En este contexto, es urgente ampliar la capacidad de nuestros sistemas de abastecimiento hídrico mediante la implementación de plantas de tratamiento de agua residual. Estas plantas deben integrar componentes de circularidad y sostenibilidad, asegurando así la seguridad hídrica a largo plazo. Es imperativo que estas decisiones se basen en estudios técnicos exhaustivos que evalúen los impactos sociales, ecológicos y económicos asociados.
Además, llamamos a una acción conjunta del Acueducto y la Secretaría de Ambiente para sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de adoptar hábitos responsables en el uso y consumo del agua. Esta pedagogía no debe ser temporal, debe convertirse en un compromiso permanente y constante, dado que la demanda de agua es una necesidad continua para todos los ciudadanos.
Por ultimo cabe mencionar que el excesivo consumo de agua no solo agota nuestros recursos, sino que también incrementa la presión sobre los embalses que son vitales para nuestro suministro de agua. Como ciudadanos, debemos aprender de esta crisis y comprometernos a evitar los antiguos hábitos de malgasto y derroche de agua. Esta situación nos ha enseñado la importancia de la previsión y la ejecución oportuna de proyectos que garanticen la disponibilidad de recursos tanto hoy como en el futuro.