El problema radica en la exigencia del concepto de uso del suelo, pues muchos establecimientos carecen de esto debido a que el plan de ordenamiento territorial se quedó débil frente al avance económico de la ciudad y su nivel de productividad. También a que la gran mayoría de los predios en los diferentes barrios de la capital fueron construidos hace más de 50 años, y hoy en día les piden la licencia de construcción, habiendo operado la caducidad de la acción policiva.
Gran parte de los sectores de las diferentes localidades que no eran comerciales, actualmente se volvieron cuadras extensas llenas de locales comerciales. Sin embargo, se están cometiendo arbitrariedades en el sentido de exigir la presentación del certificado de uso del suelo, y al no tenerlo se les realiza un comparendo, lo que lleva al sellamiento del establecimiento.
Según la cámara de Comercio de Bogotá a diciembre de 2017 existían 263.547 establecimientos de comercio activos en el registro mercantil, y de acuerdo al censo de infocomercio realizado por servinformación las tiendas de barrio son las más representativas con 24% seguidas por las peluquerías o salones de belleza con el 9.4% y los restaurantes con el 9.1 %.
Dentro de estos establecimientos también se encuentran: misceláneas, panaderías, café internet, heladerías, ferreterías, droguerías, famas, licorerías, establecimientos dedicados a actividades de entretenimiento y diversión, comercio de prendas de vestir, veterinarias, entre otros. Las tiendas de barrio tienen una tasa de empleabilidad de 2.4 personas por establecimiento y controlan el 52% de las ventas de los bienes que allí se distribuyen.
El cabildante hizo un llamado para que la Administración Distrital en cabeza del Alcalde Mayor y los 20 Alcaldes Locales incluido el Secretario de Planeación Distrital, emprendan jornadas de concertación con los comerciantes hasta tanto no se apruebe el nuevo plan de ordenamiento territorial para Bogotá y de esta manera darle oportunidad a los comerciantes de ajustar sus negocios a aquellas reglas de juego que vendrán a futuro de acuerdo a la realidad comercial de la capital; y no que se vean expuestos al sellamiento de sus establecimientos de comercio.