La elección de ministros por parte de Petro en las carteras estratégicas como las de Hacienda, Salud y Defensa amenaza con generar un colapso en nuestro país.
Mientras los colombianos luchábamos contra la pandemia, y veíamos partir a muchos de nuestros seres queridos, Carolina Corcho, designada por Petro como ministra de Salud, se dedicó a difundir noticias falsas e información sin el suficiente rigor técnico y científico. Simplemente para defender sus falsas hipótesis sobre el papel de las EPS en el país. Mismas tesis que hoy quiere materializar en una reforma a la salud que ha sido ampliamente cuestionada por expertos, toda vez que se encuentra fundamentada en malas interpretaciones y confusiones frente a conceptos clave como el de aseguramiento en salud.
Es claro que el sistema actual en salud requiere reformas. Hay que exigir mejor atención por parte de los prestadores y aún es necesario grandes avances en la calidad del sistema pensando en el servicio que se le da a los pacientes. No puede seguir pasando que en Colombia existan muertes por negligencias o demoras en la asignación de citas médicas y tratamientos. Sin embargo, no puede ser que se desconozcan los aciertos y avances del sistema actual: una cobertura universal, bajo costo de bolsillo, unificación del plan de servicios para el régimen contributivo y subsidiado.
El camino para darle un sistema de salud digno a los colombianos, debe estar en el construir sobre lo construido, reconociendo las bondades del sistema y perfeccionándolas, de lo contrario, estaremos condenados a retroceder 30 años en el tiempo empezando de cero, con un sistema de salud reciclado que en sus mejores años alcanzaba apenas un 33% de cobertura.
En Hacienda, el nombramiento de Ocampo, en vez de dar mensajes de tranquilidad a los mercados nacionales e internacionales, terminó de minar la confianza de los inversionistas al conocerse que el ministro fue uno de los asesores económicos de gobiernos del continente que han sumido a sus naciones en las peores crisis de su historia. Ocampo, lejos de representar el cambio que proponía Petro, es un ministro reciclado del gobierno de Ernesto Samper, un gobierno marcado por la influencia del narcotráfico en la política, y por unos desastrosos resultados en materia económica.
Por su parte, la más reciente designación de Iván Velásquez como ministro de Defensa parece responder más al resentimiento y ánimo revanchista del nuevo gobierno. El nombramiento no solo mina las relaciones de confianza entre el nuevo gobierno y la cúpula militar, sino que también deja el futuro de la seguridad del país en manos de una persona con nula experiencia en materia de defensa militar o estrategia. Así, la designación de Velásquez en vez de tender hacía la generación de un cambio en la política militar del país, parece estar más cerca a un escenario en el que se deja a Colombia a merced de la delincuencia y con fuertes tensiones entre el gobierno nacional y los militares.
Con la elección de sus ministros, Petro está enviando mensajes sumamente desalentadores para los mercados, y sobre todo, para la ciudadanía. Las recientes designaciones del nuevo gobierno parecen estar más motivadas por un amiguismo revanchista, que por el rigor técnico y la experiencia de éxito.
Hasta el momento, Gustavo Petro ha demostrado que el cambio que propuso durante la campaña, fue solo un discurso para ganar votos. Lo único que se ha evidenciado es un ánimo por favorecer a quienes lo apoyaron en la contienda, sin importar que estos apoyos representen a la vieja política y tengan posiciones completamente incompatibles con el anhelo de cambio por el que ingenuamente votaron los colombianos.
Los que terminan perdiendo en este desalentador escenario somos nosotros, los colombianos. De corazón, espero estar equivocada.
La Concejal de la ciudadanía