"Garantizar el sostenimiento de la vida en la Tierra" es el nombre que las Naciones Unidas le han dado a la celebración del Día Mundial de la Vida Silvestre en el 2020. Es curioso que se piense en garantizar lo que precisamente hemos estado destruyendo. A pesar de la ostentosa evolución de las tecnologías y que el imperio de la ciencia racional siga en pie, es claro que en pleno 2020 aún tendremos mucho que aprender de nuestros hermanos mayores los animales.
El planeta es casa de todas las especies de vida y no deberían sufrir a causa de que la especie más engreída de todas termine por destruir el hábitat suyo propio y el de todas las demás. Sin duda, para recuperar el equilibrio y la armonía con la Naturaleza la humanidad tendrá que revalorar el lugar de las demás formas de vida y la suya propia.
Es importante recalcar hoy que los animales salvajes y las plantas silvestres, además de que contribuyen a los aspectos ecológicos, genéticos, sociales, económicos, científicos, educativos, culturales, recreativos y estéticos del bienestar humano y el tan sobredimensionado desarrollo sostenible, también tienen un valor intrínseco, un valor propio más allá de los “servicios” o beneficios que puedan traer a las sociedades humanas.
Desde el origen de la humanidad hemos dependido de la constante interacción e interrelación entre todos los elementos de la biosfera para todas nuestras necesidades: el aire que respiramos, los alimentos que comemos, la energía que usamos y los materiales que necesitamos para todos los propósitos.
En el año 2020, conocido como el “súper año para la biodiversidad”, se celebrarán importantes eventos mundiales que pondrán la biodiversidad en primer plano de la agenda de desarrollo sostenible mundial. Creemos profundamente que más allá de objetivos globales o grandes planes y eventos requerimos cambiar estructuralmente los modelos económicos, de desarrollo, de participación para darle paso a una democracia viva y que la cultura deje de ubicarse por fuera de la Naturaleza. Las culturas ancestrales, las culturas vivas incluyen, respetan y reverencian las fuerzas vivas de la Naturaleza y no se piensan diferentes o superiores. Hoy queremos reafirmar nuestro compromiso con la Madre Tierra como un ser superior, súper inteligente, con millones de años de evolución, como un ser que ha engendrado todas las formas de vida quienes a su vez también albergan parte de esta gran inteligencia, las tradiciones nativas de todas partes del mundo saben aún escucharla.
En Bogotá de 2017 a 2019 se han encontrado 7200 animales víctimas del tráfico y la tenencia ilegal, provenientes de los más diversos ecosistemas del país y aun así existe incluso la idea de que por ser una ciudad no hay una tal fauna silvestre, pocos ciudadanos saben de las 200 especies de aves, las decenas de mamíferos, como osos, venados, felinos, que habitan los páramos, humedales y chucuas, las muchas especies de mariposas, escarabajos, abejas y demás insectos, ranas y varios tipos de reptiles de los que somos vecinos, lamentablemente no muy buenos vecinos. Todos ellos con el mismo derecho al agua limpia, al aire limpio y al territorio que los ciudadanos urbanos o rurales.
Hoy, con 30 años de conmemoración del Día Internacional de la Vida Silvestre y millones de especies amenazadas por el tráfico y la pérdida de sus hábitats naturales, la Concejala Ati Quigua, extiende la invitación a la co-creación de la Política Pública de los Derechos de la Naturaleza en Bogotá, a todos los interesados en que en la ciudad capital se eleve el rango de protección de ecosistemas y animales.
Frente a los grandes retos que esto supone, Ati Quigua propone, una visión de ciudad en armonía con el agua, una ciudad que sirva también como jardín biológico, es un desafío de gestión estratégica y colectiva del patrimonio natural de Bogotá-Región, que con la ayuda de todos llevaremos hacia la construcción de un hábitat más orgánico, sustentable, en paz con la Naturaleza.
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