Después del anuncio del Presidente Iván Duque sobre la prolongación del aislamiento preventivo obligatorio en el país hasta el 11 de mayo por la pandemia del Covid-19, aumentó nuestra preocupación sobre tres factores a los que se debe dar prioridad antes de llegar a una problemática social mucho más compleja: la entrega oportuna de auxilios a los ciudadanos en mayor condición de vulnerabilidad, la atención a la llamada pobreza oculta de los estratos 3, 4 y 5, y la violencia intrafamiliar producto de la cuarentena.
Desde la segunda semana de abril, ciudadanos protestando en las calles de localidades como Ciudad Bolívar, San Cristóbal y Usme, revelaron un retraso en la entrega de ayudas anunciadas por la alcaldesa Claudia López al inicio de la cuarentena.
El pronunciamiento del Presidente Duque sobre el alargamiento del aislamiento, aumentó la incertidumbre de familias vulnerables que no tienen más alternativa que esperar la atención oportuna del Distrito y las cuales deben ser identificadas rápidamente, pues sabemos que las necesidades deben ser cubiertas de manera inmediata y oportuna. La Administración Distrital no puede seguir cometiendo errores de logística en estos momentos en los que el hambre no da espera.
Otro de los factores que evidenció el aislamiento en Bogotá, es que la estratificación no refleja la realidad económica de muchos habitantes de la ciudad. La llamada pobreza oculta es esa población que no está contemplada en situación de vulnerabilidad y por lo tanto no recibe subsidios gubernamentales en situaciones de crisis. A razón de esto, insisto en el llamado a que se actualice el registro de beneficiarios, en el que se incluya a ciudadanos, que de la misma forma, se han visto seriamente afectados por la emergencia (vendedores informales, trabajadores independientes o estudiantes).
Finalmente, una de las situaciones más complejas a tener en cuenta es la violencia intrafamiliar en tiempos de cuarentena. Desde el inicio de la medida nacional, en Bogotá las líneas de atención (123 y Púrpura) han recibido cerca de 9.000 llamadas y mensajes de texto pidiendo auxilio, una cifra realmente alarmante que requiere reforzar la atención por parte de las comisarías de familia y así mismo fomentar la implementación de manuales que describan los pasos a seguir, para aquellos que se encuentran en situación de peligro.