Desde enero del presente año, se han presentado cerca de 72.843 incendios forestales en la región Amazónica de Brasil de acuerdo con datos publicados por el INPE (Instituto de Investigaciones Espaciales de Brasil), cifra que representa un incremento de 83% respecto al año pasado. El gobierno brasilero, en cabeza del presidente derechista Jair Bolsonaro, afirmó que las sequías y el viento, sumadas a un tiempo seco, hicieron que los incendios aumentaran, mientras que expertos como Alberto Setzer, investigador del INPE, han afirmado públicamente que “no hay nada anormal sobre el clima este año o la lluvia en la región amazónica, que está un poco por debajo del promedio” (Paraguassu, 2019), no obstante la gran cantidad de incendios no responde solo a fenómenos naturales.
Entonces, ¿cuál es origen real de esta emergencia ambiental? Una de las causas está relacionada directamente con la intervención humana, en su mayoría los incendios se originan por agricultores que buscan expandir la frontera agrícola y deforestan ilegalmente para generar nuevas tierras para la cría de ganado o la siembra de soya. Curiosamente esta situación se acrecentó con la llegada de Bolsonaro al poder, quien a su llegada manifestó priorizar la agricultura y la minería en el Amazonas, en lugar de promover su conservación.
El Concejal Celio Nieves Herrera del Partido Polo Democrático Alternativo, manifiesta que este no es un problema que atañe únicamente al gobierno de Brasil pese a que tiene una responsabilidad mucho mayor, los efectos de esta catástrofe ambiental se experimentarán a escala planetaria, pues las regiones amazónicas de países como Bolivia, Paraguay y Perú, ya experimentan una situación similar. Adicionalmente, se vería afectado el equilibrio climático global, se liberarán millones de toneladas del carbono que el bosque ya había retenido, además comunidades indígenas se encuentran en riesgo de desaparecer, al igual que las especies de fauna asociadas al bosque, se alterará el sistema de acuíferos y agua subterránea.
Otra de las causas en el incremento de los incendios está asociada con las elevadas tasas de deforestación, las regiones de Brasil donde más se elimina cobertura arbórea son precisamente las que reportaron un mayor número de incendios. Colombia no es ajena a esta situación, de acuerdo con el 17º Boletín de Detecciones Tempranas de Deforestación para el cuarto trimestre de 2018 efectuado por el IDEAM, se encontró que “la Amazonía concentra el 75% de las detecciones de deforestación”, son los departamentos de Caquetá, Meta y Guaviare los que concentran las mayores cantidades de detecciones de deforestación. Alrededor de 43 mil hectáreas fueron deforestadas tan solo entre los meses de octubre y diciembre del año pasado.
Por lo tanto, Nieves Herrera recuerda que son los gobiernos de la cuenca del Amazonas, entre los que se encuentra Colombia, los encargados de liderar acciones para su protección, pero son los mandatarios de países como Estados Unidos y China, quienes representan un tercio de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, además de la Unión Europea, India y Rusia, quienes tienen la obligación de mitigar los impactos de sus emisiones invirtiendo recursos para la conservación del principal sumidero terrestre de carbono como es el bosque Amazónico para contrarrestar el calentamiento global. Según el Informe Planeta Vivo 2018, elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) “el 20% de la Amazonía ha desaparecido en solo 50 años”.
Ante este desolador panorama, el Cabildante Nieves Herrera recuerda la importancia que tiene para Bogotá el conservar sus ecosistemas, que incluyen una valiosa diversidad de flora y fauna, además de fomentar la siembra masiva de árboles al interior de la ciudad que disminuyan el impacto de las islas de calor, aspectos que contribuyen a la mitigación y adaptación de los efectos del cambio climático. No es posible que las propuestas formuladas desde la revisión ordinaria del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) sigan enfocándose en la intervención drástica de las pocas áreas protegidas que aún conserva nuestra capital, endurecer aún más nuestros Cerros Orientales, montañas, ríos y humedales, traerá consigo consecuencias que aún no podemos medir.
No en vano, los gobernantes de Brasil y Bogotá se parecen pues manifiestan su desprecio por la naturaleza, mientras Jair Bolsonaro acusó a las organizaciones no gubernamentales de incendiar el bosque y Enrique Peñalosa denomina “ambientalistas antisistema” a quienes protegen la Reserva Thomas Van der Hammen.
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