La paz es mucho más que una paloma

Después de la jornada electoral del fin de semana pasado estamos llamados a reflexionar sobre el abstencionismo, la polarización del país, el resultado de las encuestas y el deseo de una paz sin impunidad.

En los comicios pasados de nuevo ganó el abstencionismo, un fenómeno que viene en aumento; si  recordamos en las pasadas elecciones presidenciales la abstención fue del 59,93%, hoy supera esa cifra y alcanza el 62,59%. Esto quiere decir, según la Registraduría,  que de los 34.899.945 de votantes habilitados solo ejercieron su derecho al voto 13.059.173.

 

Si hacemos una comparación por población, podríamos decir que la cantidad de personas que votaron equivalen a las ciudades de Bogotá, Cali, Medellín y Putumayo. Una proporción minúscula frente a la cantidad de ciudades que tiene nuestro país.

 

Indudablemente hay uno o varios factores que están provocando ese comportamiento en las elecciones: ¿falta de interés? ¿La ausencia de un referente que represente realmente los intereses de los ciudadanos? ¿Escepticismo por tantas promesas incumplidas?

 

En cuanto a la polarización del país, claramente, el gobierno de turno se encargó  de etiquetar, irresponsablemente, a quienes reclamaban unos acuerdos benevolentes y justos con las víctimas, de amigos de la guerra.

 

Todos queremos la paz, pero  una paz con justicia donde las FARC reconozcan los recursos del narcotráfico, donde se comprometan a devolver las tierras despojadas a campesinos desplazados, donde el Estado no sea el único que asuma La reparación material de las víctimas.

 

Si hablamos de las encuestas, fueron campeonas en desinformar a la opinión pública, siempre daban como vencedor el Sí; La consultora Datexco, Cifras y Conceptos, Ipsos-Napoleón Franco, apuntaban a la derrota del No.

 

En general, la campaña por el sí mantuvo como constante, falta de claridad en el discurso, multiplicidad de mensajes; poca, por no decir nula, explicación de los acuerdos y una exagerada benevolencia hacia un grupo que ha dejado una huella de masacre y dolor.

 

La paz es producto de la Justicia, recordemos unas palabras de Benedicto XV “sabemos lo difícil que es para nosotros, seres humanos, decidirnos seriamente a practicar la justicia, absolutamente necesaria para que la convivencia se inspire en la paz y en el amor y no en el odio y la indiferencia”.

 

Coincido con Marta Lucía Ramírez en cuanto a que las propuestas deben ser el resultado de un consenso entre el gobierno, las FARC y los representantes del No; así mismo éstas deben acogerse a la Constitución Política de Colombia.

 

Igualmente, respaldo su propuesta de las colonias penales agrícolas como una alternativa de prisión diferente a una cárcel; donde habría penas entre 2 y 5 años en zonas rurales adecuadas para trabajos del campo.

La responsabilidad de los representantes tanto del sí como del no, es inmensa. No podemos poner en riesgo nuestra democracia por el afán de conseguir un Nobel de paz.

 

Es el momento de reunirnos todos alrededor de un anhelo en común: La paz sin impunidad.

 

HC. GLORIA DÍAZ MARTÍNEZ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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