Sin embargo aún nos falta darnos cuenta del gran valor que tenemos y de lo capaces que somos para liderar la transformación de la sociedad en la que vivimos.
Debemos trabajar en educar a niños y niñas en una cultura en la que no esté de presente el machismo, enseñarles que tienen las mismas capacidades, y deben respetarse unos a otros.
Empoderar a nuestras niñas es una tarea que debemos hacer, enseñarles que no tienen límites y pueden llegar a ser cualquier cosa que sueñen ser, sin estereotipos o limitaciones.
Una mujer empoderada reivindica sus derechos, toma las riendas de su vida y decide por sí misma. No se deja discriminar por su condición y tampoco permite que la maltraten física o sicológicamente. Una mujer empoderada rompe el silencio y alza su voz para denunciar a los abusadores ante las autoridades y ante la sociedad, para que no la sigan maltratando, ni a ella ni a otras mujeres.
Un compromiso de vida que tengo es trabajar para acabar con el miedo a hablar, a denunciar. La violencia contra la mujer es un asunto de todos, nos puede pasar a cualquiera, a nosotras, a alguien que conocemos o queremos.
No es una situación lejana, o que solo le pasa a otros.
Así mismo, tenemos que lograr que los hombres trabajen junto a nosotras para transformar la sociedad. Es con y junto a ellos que podemos cambiar la cultura machista y lograr que hombres y mujeres tengamos los mismos derechos. Ya existen varios movimientos a nivel mundial como #heforshe que busca precisamente esto. En nuestra ciudad debemos lograr que este tipo de movimientos sean más activos, y que todos nos involucremos en rechazar la violencia y discriminación contra la mujer.
Para lograr esto hay que trabajar en cosas concretas, como la formación de las personas que trabajan y atienden las Comisarías de Familia y demás entidades del Distrito. Los funcionarios deben estar informados y preparados para atender de la mejor manera a las mujeres y niñas, especialmente si son víctimas.
También tenemos que priorizar el acompañamiento sicológico y siquiátrico necesario para las víctimas y sus familias.
Así mismo, debemos tener programas que aseguren el acceso al crédito y la asesoría necesaria para lograr el empoderamiento económico de las mujeres, lo que se puede lograr a través del acompañamiento y mentoría para la creación y operación de empresas y líneas de financiación específica, motivación y estímulos a los empresarios que prioricen la contratación de mujeres en sus empresas y la contratación como proveedores de empresas lideradas o con un porcentaje significativo de mujeres en su nómina.
Las mujeres podemos lograr lo que nos proponemos. Creo en las mujeres empoderadas porque lo he vivido y soy producto de esto. Mi abuela fue emprededora y hasta los 90 años trabajó, porque quizo hacerlo, atendiendo a los clientes en su propio puesto en la plaza de mercado en Cali. Mi madre decidió ser científica y docente, y lo fue hasta su jubilación como profesora del Departamento de Física en la Universidad Nacional en Bogotá. Y yo soy filósofa y mi sueño es ser alcaldesa de Bogotá, y estoy segura de que ser mujer será una ventaja y no una desventaja para lograr este sueño.