De acuerdo con el último boletín (17) de Alertas Tempranas emitido por el IDEAM la tala de bosques en nuestro país se ha incrementado de manera alarmante. En él se afirma que a nivel regional, la Amazonía actualmente concentra el 75% de la deforestación. Mientras que los departamentos con mayores núcleos de talas son Caquetá, Meta y Guaviare, donde desaparecieron cerca de 43 mil hectáreas, tan solo durante entre octubre y diciembre de 2018. Los parques nacionales naturales también son víctimas frecuentes de este flagelo que se presenta en la Sierra Nevada de Santa Marta, Tinigüa, la Serranía de Chiribiquete y La Macarena.
Ante este oscuro panorama no podemos dejar de actuar para conservar y mejorar las condiciones del entorno en el que vivimos en una ciudad como Bogotá. Como el cabildante Nieves Herrera lo ha mencionado en múltiples oportunidades, los árboles prestan un sinnúmero de bienes y servicios ambientales que mejoran nuestra calidad de vida. Mitigan los efectos del calentamiento global, se encargan de capturar dióxido de carbono y producir oxígeno, en nuestras ciudades generan condiciones de bienestar como la regulación hídrica, térmica y acústica. Ofrecen diversidad de hábitats principalmente para especies de artrópodos y aves, entre otras.
Es por ello que las acciones de los gobiernos deben enfocarse en la creación de nuevos bosques urbanos como en la Reserva Thomas Van der Hammen, así como en el fortalecimiento de la estructura ecológica principal con acciones encaminadas a su restauración y rehabilitación. No es posible que ante las problemáticas ambientales que afectan la salud de los bogotanos como contaminación del aire, la ausencia de un sistema de drenajes sostenibles (SUDS), el déficit de espacio público de verde efectivo o de árboles por número de habitantes que presenta una ciudad como Bogotá sigan pensando en talar, pues esa es la última opción que tiene un árbol cuando presenta un riesgo inminente para la comunidad.
Entre los años 2016 y 2018, la administración de Enrique Peñalosa ha talado un total de 15.414 árboles, muchos de los cuales obedecen a diseños de renovación paisajística, lo cual es totalmente reprochable pues se trata de árboles sanos. La cobertura arbórea de la ciudad ha disminuido de 1.053 hectáreas del año 2011 a 1.004 hectáreas en 2018, esto indica el gran impacto que genera la eliminación del arbolado maduro pues los servicios ecosistémicos que prestan estos individuos no se suplen inmediatamente con la siembra de nuevos árboles, solo muchos años después y hasta que los jóvenes crezcan.
Nieves Herrera propone la creación de la “Estrategia Bogotá + Verde 2030” que busca incrementar la cobertura arbórea en Bogotá mediante la implementación de acciones encaminadas a la siembra y mantenimiento de más de un millón de nuevos árboles tanto en espacios públicos como privados durante la próxima década, es decir, hasta el año 2030. Insiste además, que continuará luchando por la defensa de la naturaleza y que ejercerá todo el control político para castigar las talas indiscriminadas e injustificadas en Bogotá.
