Bogotá D.C. 14 de marzo de 2016
Honorables Concejales
Estimados Colegas de la Comisión Accidental de Paz
Apreciados Invitados Especiales
Señoras y Señores
Hoy el Concejo de Bogotá, acogiendo la oportuna iniciativa del colega HOLLMAN MORRIS, ha decidido, con este solemne acto, instalar formalmente la "Comisión Accidental de Paz y Posconflicto" de la Corporación, con el seguro propósito que, desde dicha instancia sus integrantes y el cabildo en pleno, podamos contribuir decididamente en la construcción colectiva de respuestas institucionales para avanzar en una transición adecuada del postconflicto.
El hecho que el cabildo distrital haya decidido adelantar este acto en el auditorio, del "Centro de Memoria, Paz, Víctimas y Reconciliación", representa sin duda alguna el compromiso existente, por parte de las diferentes bancadas con asiento en la Corporación, pese a sus diferencias ideológicas, en apoyar los esfuerzos liderados por alcanzar el cese del conflicto armado y preparar no solo la institucionalidad sino la sociedad y nuestros corazones para el postconflicto; es decir, para vivir, respetar y reconocer al otro, pese al pasado y a las diferencias de todo orden.
Estoy convencida que la anhelada paz, añorada por la mayoría de colombianos a lo largo de las últimas seis décadas, no se alcanza con la firma de un acuerdo, por muy importante que éste sea, y así recoja todos los compromisos entre las partes del conflicto armado y alcance un apoyo notorio de la población.
Es indudable que un posconflicto exitoso requiere de condiciones institucionales favorables para la adecuada implementación de políticas públicas tendientes a facilitar una paz armónica y duradera por parte del Estado, en lo cual el Distrito Capital, por su tamaño e importancia, puede convertirse en un factor multiplicador positivo.
Sin embargo creo firmemente que, siendo importante y fundamental tener un acuerdo firmado y unas políticas públicas encaminadas a blindar dicho proceso, no serán suficientes en todo caso, si este proceso no va acompañado también, y tal vez de primero, de una transformación profunda de nuestra sociedad, que nazca del interior de cada persona, pues la PAZ, es más que la firma de un papel, más que el cese de las armas, implica también, desarmar los espíritus desde la propia cotidianidad de cada colombiano, de cada bogotano.
Por eso, en el marco de este Foro y como integrante de la "Comisión Accidental de Paz y Posconflicto" del Concejo de Bogotá, quiero proponerle a la ciudad una mirada más amplia de nuestro rol como ciudadanos.
Desde la promulgación de la Carta Política de 1991 se ha reconocido el inconmensurable valor y protección dados a los derechos, no solo individuales, sino a los sociales, económicos, culturales, colectivos y del ambiente, de toda la sociedad, lo cual sin duda ha representado un avance concreto y significativo, que se ha traducido en la adopción de políticas precisas sobre distintas materias.
En el caso del Distrito Capital, durante las últimas tres administraciones, ha existido un claro enfoque de política pública fundada en la garantía de estos "derechos", lo cual sin duda ha sido importante para mejorar la calidad de vida y de oportunidades de la población menos favorecida y discriminada, pero que a su vez ha ocasionado en el conglomerado social un descuido, por no llamar "olvido", de la otra cara, de la misma moneda, como los son los "deberes".
Por esta razón, la propuesta que quiero formularle a la ciudad y sus habitantes podría denominarse "Bogotá, Ciudad de Deberes", que busca a la par de garantizar y proteger los derechos, es que también, cada ciudadano conozca, entienda y comprenda, que tiene unos "deberes y responsabilidades" como persona y como ciudadano, que deben ser cumplidos a cabalidad, en cada instante, como bien lo establece el artículo 95 de la misma Constitución de 1991.
Los 25 años de existencia de la Carta del 91, nos presenta una sociedad divorciada del Estado, donde los ciudadanos han adquirido un estatus pasivo, en el cual perciben al Estado como un padre que debe satisfacer "derechos", pero donde se olvida que el Estado somos todos, pues todos integramos, conformamos, ejercemos y controlamos el poder político que configura el Estado; es decir, el Estado y sus instituciones no son entes ajenos y extraños a nosotros, sino por el contrario son nuestros, como lo es nuestra familia, nuestros hijos, nuestro trabajo y por ende, también tenemos "deberes" con él, sus instituciones y con nuestros semejantes.
Por ello, al efectuar un llamado colectivo para ver el "otro lado de la moneda", que nos exige a la par de reclamar y garantizar derechos, la necesidad y obligación de asumir nuestras responsabilidades y deberes con la sociedad, quiero proponer que cada colombiano, cada bogotano adopte el rol de ciudadanos activos en deberes, ciudadanos constructores de Estado; es decir, ciudadanos constructores de convivencia pacífica y de una PAZ armoniosa y duradera.
En este sentido propongo que desde el Concejo de la ciudad iniciemos una campaña institucional educativa denominada "Ciudadanos Activos por la Paz", basada en el siguiente Decálogo, en donde la PAZ:
1. COMIENZA EN CASA
2. Es CUIDAR mi cuerpo
3. Es RESPETAR lo propio y lo ajeno
4. Es PRESERVAR la naturaleza
5. Es SOLIDARIDAD con el otro
6. Es RESPETAR la diferencia
7. Es SOLUCIONAR conflictos sin violencia
8. Es PRACTICAR la cultura ciudadana
9. Es CUIDAR lo público
10. Es PARTICIPAR en la vida política, cívica y comunitaria
Estoy convencida que si logramos dar ese salto de madurez colectiva, basado en el cumplimiento de nuestros "deberes", a partir de lo cotidiano, el camino hacia la paz y el posconflicto estará allanado.
Cordialmente.
MARIA VICTORIA VARGAS SILVA
Concejal de Bogotá.
