El Alcalde Gustavo Petro, prevalido del éxito de la primera jornada de este año, decidió producir un decreto para convocarla de nuevo y para anunciar, por lo menos dos jornadas adicionales en lo que resta del año. Y como ingrediente simbólico, la jornada de esta semana se realizó en conmemoración del Día de la Tierra. Pero aun así, los tradicionales opositores a la medida, como Fedipetrol o Fenalco, han dicho que las pérdidas ese día en solo venta de gasolina fueron de 2.200 millones de pesos.
Como todos los días sin carro, desde que fue aprobado mediante consulta popular realizada el 29 de octubre del 2000 y reglamentado mediante el Decreto 1098 de diciembre del mismo año, sus resultados fueron positivos en cuanto a movilidad, medio ambiente y salud pública. Es un éxito incremental jornada tras jornada. Su poder pedagógico es inmenso e indudable. Pero ese valor educador y ese potencial para producir cambios culturales pueden verse seriamente comprometidos si el Día Sin Carro se convierte en un pugilato político entre Administración y sectores empresariales. O en un nuevo alegato jurídico en tribunales y jueces. Lo mejor es que la promoción de la bici como medio de transporte limpio, complementario o sustituto, sea un lugar de encuentro y consenso social.
Al tiempo que estamos en la camorra por los nuevos Días Sin Carro, dejamos en segundo plano las condiciones concretas que se requieren para masificar el uso de la bici en Bogotá. La capital, con 376 kilómetros es la tercera en el mundo en extensión de ciclorutas, después de Berlín que tiene 600 y Ámsterdam 400. Pero mientras el 50% de los ciudadanos de la capital alemana la usan, en Bogotá apenas llegamos al 4. Las cifras no solo tienen una explicación cultural. Tienen que ver también con los problemas que enfrenta cualquier ciudadano que desee subirse a la bicicleta para moverse por la ciudad. Si esos asuntos no se resuelven, podemos decretar un Día Sin Carro semanal y los porcentajes del uso cotidiano de la bici no van a mejorar sustancialmente.
Un primer problema es el deterioro de la malla vial de la cicloruta. Según la Fundación Ciudad Humana, 300 Kilómetros de ella se encuentra en regular o mal estado. Protuberante es el inexistente sistema de gestión de tráfico en favor del biciusuario respecto al automóvil. Y no menos grave es el problema de seguridad en la red de ciclorutas y en general en el uso de la bici en la ciudad. No obstante, según la Secretaría de Movilidad se realizan cerca de 500 mil viajes diarios en bicicleta, contra 240 mil viajes diarios que se realizaban en el 2008 de acuerdo con un estudio realizado por la Cámara de Comercio de Bogotá.
El gobierno distrital debe concentrarse prioritariamente en resolver eficazmente estos asuntos si quiere de verdad promover la bici como medio de transporte. Y concertar con la ciudadanía, incluyendo a FENALCO, la ampliación del número de jornadas de Días Sin Carro, si quiere mantenerlo como un instrumento de pedagogía ciudadana. Alcalde, evitemos otra camorra.