A las autoridades les alarma, y con razón la situación que enfrentan los buses zonales del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), según los reportes de conductores y usuarios, pues mientras en la red troncal el hurto bajó de 449 a 256 casos del 2016 al 2017, en los buses azules subió de 1.142 a 1.178.
Esa tendencia de aumento viene desde hace cuatro años, según la información oficial de TransMilenio, pero es una cifra que no coincide con los datos oficiales de la Policía, de tal manera que no hay forma de saber si están o no sobrestimados. En todo caso se trata de episodios en los que hubo testigos, pero no denuncia formal.
En lo que respecta a las cifras oficiales de la Policía, los atracos han ido en aumento. Del 2012 al 2015 se triplicó al pasar de 65 a 220 episodios, y del 2015 al 2017 se multiplicó casi por siete, pues alcanzó los 1.515 casos.
Hay que señalar que el aumento es preocupante, en particular porque son cifras oficialmente registradas con denuncias. No significa que las de TransMilenio no sean ciertas, porque lo que reconocen las autoridades es que en esos casos hubo testigos pero no denuncias.
En sus operativos de control, que el año pasado permitieron 1.964 capturas de delincuentes y 4.691 decomisos de drogas alucinógenas, hay una alerta que no podemos pasar por alto: la policía encontró 15.892 armas cortopunzantes.
Son los puñales con los que más se están cometiendo delitos en el sistema y se intimida a los pasajeros para atracarlos. Además el aumento de número de armas de este tipo encontradas y decomisadas subió dramáticamente pues en el 2016 la cifra estuvo en 2.733.
Aquí la Secretaría de Seguridad y la Policía reconocen que urge poner en funcionamiento las cámaras de reconocimiento facial para poder judicializar a los delincuentes, a ver si así impedimos que los jueces los dejen en libertad una y otra vez.
Otro asunto de la mayor importancia en materia de seguridad es el de las agresiones a las mujeres, especialmente en lo que se llama injurio por vía de hecho, que son los casos de abuso que se presentan en los buses.
Del 2016 al primero de febrero de este año la Policía recibió 177 denuncias, de las cuales 79 fueron en el 2016 y 91 en el 2017. No hay responsables sancionados porque en los casos en los que han sido detenidos fueron dejados en libertad a las pocas horas. Hay impunidad en estos casos.
Un tema que tenemos que evaluar es la efectividad de las campañas pedagógicas y de las acciones encaminadas a sancionar a los infractores que afectan la convivencia.
Me refiero por ejemplo al hecho de que solo 3.846 personas de 15.662 a las que les impusieron comparendos por conductas inapropiadas dentro del sistema asistieron a cursos pedagógicos. En el caso concreto de los colados, de 9.030 que recibieron comparendo solo 4.546 asistieron a cursos pedagógicos, la mayoría (3.146) en los propios portales y 1.400 en las casas de justicia.
Lo que tenemos que evaluar es el alto costo que están pagando la ciudad y los usuarios por cuenta de la falta de cultura en el sistema.
TransMilenio tuvo que instalar barandas metálicas en las zonas de transición de 53 estaciones identificadas como las más críticas por el fenómeno de colados.
En los portales de Américas, Banderas, Usme, Tunal, Suba y Sur se tuvo que instalar cerramiento en malla.
Y tuvo que optar por unas puertas más robustas y cerramientos perimetrales en más de 22 estaciones y portales.
En personal también hay desgaste. Ha sido necesario destinar gestores de convivencia las 24 horas en marchas, concentraciones, bloqueos, eventos masivos e institucionales para garantizar la seguridad de las personas y atender alteraciones del orden público.
Los bogotanos no deben olvidar que los colados afectan a todos los usuarios y que su mal comportamiento genera una cadena de problemas en el sistema.
Esa conducta irregular hace que vayan más personas en cada bus, porque la programación de los servicios no incluye a los colados, que los pasajeros viajen más incómodos, que haya un ambiente de inseguridad y desorden, que las puertas se dañen con más frecuencias, que haya más costos de mantenimiento y al final más agresiones contra las personas.
La práctica de los colados dejó 21 muertos y 217 heridos entre el 2012 y el 2017l. Del 2016 al año pasado una disminución de 11 casos en lesionados, pues la cifra pasó de 47 a 36. El año pasado hubo 5 muertos, uno más que en el 2016.
