Condenar a Bogotá a que siga funcionando con una tecnología de semáforos obsoleta, que colapsa al menor aguacero, es un lujo que la administración no se puede dar. Tenemos una red semafórica que data de 1978, y que además depende de un solo proveedor: Siemens, lo que aumenta además los costos de mantenimiento porque no se puede acudir a unas ofertas abiertas con las múltiples tecnologías que hoy tenemos.
Hemos seguido con detenimiento el proceso cuidadoso y abierto que se ha hecho desde la administración para garantizar total transparencia y sobre todo una amplia participación de distintos operadores y proveedores y considero que estamos listos para dar el paso hacia una semaforización que de verdad permita controlar el tráfico en tiempo real.
Los intentos por modernizar los semáforos de Bogotá vienen desde el 2008 y han estado plagados de polémica. En el 2009, el entonces zar Anticorrupción, Óscar Ortiz, denunció plagio en parte de los pliegos de licitación y el secretario de Movilidad de la época tuvo que ofrecer disculpas.
En el 2011, la ETB declaró fallido un proceso que buscaba contratar la implementación del Sistema Inteligente de Transporte (SIT) por un ataque informático que alteró la integridad del proceso.
En el 2012, el Distrito declaró incumplimiento de contrato para la compra de luces led para más de 26.000 semáforos que no sirvieron.
En el 2014, el gobierno de Gustavo Petro tuvo que dejar sin efecto el intento de revivir ese contrato. El secretario de Movilidad Rafael Rodríguez terminó investigado por la Fiscalía.
En el actual Gobierno, entre el 13 y el 31 de octubre pasado, la Secretaría de Movilidad tuvo que suspender la licitación mientras respondió inquietudes de la Procuraduría sobre el proceso.
Ya han pasado ocho años de intentos fracasados. Es importante que la ciudad no pierda la oportunidad de entrar en el manejo moderno y automatizado del tránsito. El centro de control que se instalará con la licitación que está ad portas de adjudicarse permitirá medir en tiempo real los flujos de tráfico en los más de 1.500 cruces semafóricos que tiene la ciudad y garantizar la toma oportuna de acciones para agilizar la circulación.
Los estudios que se han hecho para esta licitación muestran que la velocidad se podría aumentar en un 30 por ciento y que se podría prescindir de buena parte de los policías de tránsito, que podrían ser utilizados para concentrarse en la seguridad de la ciudad, gracias a que mejores semáforos permitirán un manejo más eficiente del tránsito.
Bogotá es una ciudad que tiene que mover diariamente a ocho millones de habitantes, que tiene un parque de dos millones de vehículos, de 500 mil motocicletas, de 50 mil taxis, sin olvidar que cada vez tenemos más bicicletas y peatones circulando en las calles, y que ellos dos son dos importantes actores de la movilidad.
Por ellos, por su seguridad, es que la licitación de semáforos no se puede seguir aplazando. Bienvenidos todos los controles y todas las veedurías, pero hay que pensar en el bien mayor, y ese es garantizar una movilidad rápida, segura y que permita mejorar la calidad de vida de quienes viven en esta ciudad.
Quiero solicitar que sea personalmente el procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, quien asuma la vigilancia de un tema crucial como es esta licitación, y que no lo deje en manos de un delegado, para así poder garantizar que se ponen los intereses ciudadanos por encima de cualquiera otra conveniencia particular o económica. Bogotá tiene que avanzar y se está trabajando para ello.
Lucía Bastidas Ubaté
Concejal de Bogotá
