Tal y como lo he venido denunciando desde el año anterior, los que más han padecido esta pandemia han sido los niños y jóvenes, su rutina, actividades y en algunos casos su calidad de vida se vio seriamente afectada por las cuarentenas y la virtualidad. Ahora, ad portas del regreso a clases, nuevamente encendemos las alarmas sobre el impacto que ello conlleva a su salud mental y la insuficiencia de atención sobre el tema.
En el mundo, según la Organización de Naciones Unidas, la pandemia del coronavirus ha llegado a más de 1.500 millones de estudiantes en aproximadamente 160 países y ha reiterado que es un momento clave en el que las decisiones que tomen los gobiernos sobre la educación en una emergencia que ha acrecentado las desigualdades, tendrán un efecto duradero en cientos de millones de niños y jóvenes, así como en las perspectivas de desarrollo de los países.
En Bogotá, ya superamos los 10 meses con los colegios cerrados, y ya es hora de tener una estrategia integral que aborde los problemas de salud mental. El próximo 25 de enero se reanudan las clases, la presencialidad, aunque necesaria, no es una opción inmediata y la gradualidad no está prevista por el momento debido al segundo pico de la pandemia, a pesar de que, según un informe de la Veeduría, 326 instituciones tienen protocolos revisados: 25 colegios oficiales, 163 jardines infantiles y colegios privados, 56 Instituciones de Educación Superior, 70 Instituciones de Educación para el Trabajo y Desarrollo Humano y 12 sedes del SENA.
Es urgente atender las necesidades de todos los niños, niñas y jóvenes que por cuenta del aislamiento enfrentan: abuso, violencia o depresión y otros males que se han acentuado en estos meses. Así como lo revela el Sistema de Alertas Tempranas de la Secretaría de Educación Distrital, con corte a septiembre de 2020, que monitoreó, por ejemplo, posibles casos de conducta suicida que pasaron de 183 casos en abril, a incrementarse en un 49% en mayo y en un 91% en septiembre. Con mayor incidencia en estudiantes entre los 12 y 16 años que habitan principalmente en las localidades Bosa, Kennedy, Suba, Usme y Engativá, zonas que como ya conocemos tienen alta presencia de población vulnerable, que en pandemia han sido expuestos a largos y constantes períodos de cuarentena que mantienen en aislamiento y peligro a esta población estudiantil.
Otras problemáticas que inquietan
Preocupa que con la pandemia y la falta de presencialidad en los centros educativos, estemos dejando de conocer cifras y casos importantes que eran evidenciados por orientadores, psicólogos y docentes en el contacto diario y la convivencia con los menores. Casos de violencia intrafamiliar, abuso sexual, también se siguen presentando con alarmantes incrementos a medida que avanza y se mantiene el aislamiento.
De acuerdo al reporte, estos sucesos aumentaron pasando de 452 en julio a 597 en agosto y 651 en septiembre, con incrementos del 32% y del 44%, respectivamente. Las víctimas son niños y niñas entre los 12 y 13 años, seguidos de estudiantes entre 4 a 11 años, residentes con sus familias en las localidades de Bosa, Ciudad Bolívar, Rafael Uribe Uribe y San Cristóbal, nuevamente con el mismo común denominador, la vulnerabilidad y el aislamiento permanente.
La experiencia de la virtualidad en el 2020, debe enseñarnos que las estrategias educativas y de atención a los menores, tales como ‘Aprende en Casa’, deben ir más allá, encaminadas a evaluar y monitorear el estado en la salud mental de los estudiantes en medio de la pandemia y los problemas sociales que puedan estar padeciendo, denunciarlos y brindar apoyo social.
Desde el concejo de Bogotá en diferentes debates hemos recordado que la educación debe ser integral, no limitarse a bonos por refrigerios o la entrega de tablets. Hemos propuesto que se creen iniciativas de atención mental de parte del personal de los colegios a los niños en la virtualidad, que se realicen encuestas y actividades dinámicas que permitan identificar claramente hechos de alarma y que se implementen visitas periódicas a los niños en posibles situaciones de riesgo y sus familias para enlazar en la atención a otras entidades del Distrito que entren a complementar la estrategia interinstitucional en un esfuerzo conjunto por nuestros niños y jóvenes.
Concejal de Bogotá