Más de 60 masacres durante el 2020. Y mientras los discursos y las posiciones afloran cada día, en la cotidianidad sigue siendo necesario que superemos las diferencias y concurramos en el deber ciudadanos e institucional de avanzar progresivamente en la construcción de la paz. La paz como desafío requiere -más allá de la voluntad política del gobierno de turno- del compromiso para erradicar todas las formas de violencia que persisten y que seguimos naturalizando por la propia fuerza de los acontecimientos, por el impulso vital de sobrevivir y por la resiliencia con que enyesamos nuestra propia memoria colectiva.
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