En el marco de mis funciones como Concejal de Bogotá, vocera y parte de la Dirección Nacional del Movimiento Alternativo Indigena y Social -MAIS, segundo órgano de autoridad del movimiento después de la convención nacional como lo dispone el artículo 17 y 18 de los estatutos del MAIS, es mi deber y función, velar por los intereses y decisiones en razón del código de ética, los estatutos y mandatos que adoptamos como movimiento. Por eso he denunciado la persecución y violencia política contra mi trabajo, trayectoria política, contra mi rol histórico como mujer indigena, contra mi liderazgo reconocido por el pueblo Arhuaco, contra las colectividades y sectores sociales que me eligieron y en contra de la agenda que represento y que he posicionado en la vida política pública distrital con trascendentes acuerdos normativos conforme a la agenda del agua, los derechos de la naturaleza y la implementación de un capítulo étnico en contexto de ciudad.
Martha Peralta, busca que se desconozca mi trabajo como líder social, líder comunitaria y lider política, postula dos hombres por encima de mis méritos, reversando las conquistas de las mujeres en razón a los principios de equidad de género, el trabajo político, organizativo y comunitario que establecen los estatutos del Movimiento Alternativo Indígena y Social (Artículos 52 y 54) mientras el bolígrafo de la representante legal y Senadora Marta Peralta me envía a un lugar de sacrificio electoral. No considero que ésta y otras decisiones que se contemplan en el marco de la violencia política estén sintonizadas con el pensamiento, los horizontes y las luchas históricas del movimiento indigena y de nuestros pueblos, además fundadores del movimiento.
Por eso he priorizado y citado el debate de control político denominado “Levantamos la voz por la EQUIDAD Y LA IGUALDAD” para abordar, visibilizar y sensibilizar sobre esta problemática mundial que sufrimos las mujeres en la política. Este debate se plantea un objetivo claro que es la apertura de una comisión accidental de la “Igualdad y equidad para prevenir, erradicar y sancionar la violencia política contra las mujeres en Bogotá” cuyo propósito es aportar al Proyecto de Acuerdo 564 del 2023 “Por medio del cual se establecen lineamientos para prevenir, atender, rechazar y erradicar la violencia contra concejalas y edilesas en política, en el Distrito Capital” y poder incluir en este importante tema normativo en la diversidad de escenarios de participación política de las mujeres y los liderazgos femeninos en Bogotá, como la Juntas de acción comunal, defensoras ambientales, Consejos consultivos de mujeres, Consejo Consejo Consultivo y de Concertación para los Pueblos Indígenas, Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras, Rrom en Bogotá D.C., Comisión Nacional de Mujeres Indígenas, entre otras, además para garantizar una ruta de atención diferencial a los contextos diferenciales, con especial protección y víctimas del conflicto.
Entendemos el concepto de equidad como herramienta para conseguir una igualdad efectiva. De esta manera, a diferencia de la igualdad, la equidad no consiste en tratar a las personas del mismo modo, sino en tener en cuenta las circunstancias personales y establecer acciones concretas para subsanar las desventajas para que todos puedan partir de una posición igualitaria. Según la UNESCO Equidad de género se define como “la imparcialidad en el trato que reciben mujeres y hombres de acuerdo con sus necesidades respectivas, ya sea con un trato igualitario o con uno diferenciado pero que se considera equivalente en lo que se refiere a los derechos, los beneficios, las obligaciones y las posibilidades. Un objetivo de equidad de género a menudo requiere incorporar medidas encaminadas a compensar las desventajas históricas y sociales que arrastran las mujeres.”
En este debate contamos con la asistencia y participación de la Secretaría de la Mujer, la Personería Distrital, la Misión de Observación Electoral (MOE), ONU mujeres, Secretaría Distrital de Educación y la Veeduría distrital. Estaremos atentos a que estas instituciones continúen con su informe en próximas sesiones del Concejo donde se dé buen término al debate, ya que consideramos de vital importancia este diálogo teniendo en cuenta la preocupante información que hemos recibido en contexto de elecciones locales por parte de las autoridades.
Según la MOE, vivimos las elecciones con más violencia política de los últimos tiempos, para el 15 de Septiembre se habían registrado 553 contra liderazgos políticos, sociales y comunitarios en el país, 335 son contra liderazgos políticos (60%), de esto 335 en total 115 hechos de violencia han sido contra mujeres lideresas políticas, sociales y comunitarias y de estos 72 contra representantes políticas en el país. Estos se dividen en amenazas, atentados y 1 homicidio. Entre estos existen denuncias de 15 hechos de violencia contra candidatas a elecciones locales. Bogotá es uno de los territorios que más violencia política representa y tiene un récord de 5 casos de violencia contra mujeres en política.
Es notorio que en estas cifras de denuncia es fácil de categorizar cuando las violencias políticas son más evidentes (amenazas,homicidios), pero también existen violencias llamadas “violencias invisibles” que según la MOE, son difíciles de caracterizar y de hacer seguimiento. Vemos como violencia política al conjunto de agresiones a las mujeres, sus familias en participación política, para dificultar , obstaculizar su ejercicio político y público. Bogota encabeza con casos de violencia simbólica y sexual a las representantes elegidas con voto popular.
En ese sentido categorizamos la violencia política hacia la mujer como un fenómeno que acentúa la discriminacion y la desigualdad histórica que ha configurado un orden político, social y económico patriarcal, colonial y explotador. Por lo tanto, se ha convertido en un arma con la que se imponen modelos de valor, de prácticas y de proyección social que homogeniza, subordina y maltrata a los sectores que históricamente han sido excluidos por pretender una transformación de las estructuras profundas de injusticia social y de los modelos de destrucción de la naturaleza. Sabemos bien cómo la violencia política es propia de los intentos de imponer modelos políticos cual las dictaduras que contienen la flexibilidad de la democracia, asfixian la soberanía popular y se erigen sobre la arbitrariedad de las decisiones. Los derechos que hoy en día gozan las mujeres, no han sido una concesión de nadie, son fruto de luchas históricas, de la superación de múltiples violencias y de la oposición a la negación histórica de la capacidad de agencia de las mujeres, supeditadas a roles eminentemente privados, familiares y coercitivos.
Así, la violencia política hacia la mujer busca anular su participación efectiva en las corporaciones estatales, busca desconocer su liderazgo, su rol en la administración social de los recursos y la gestión de las decisiones para una vida en común. Además, deslegitima la búsqueda de voz propia de manera transgresora y busca masculinizar los espacios de discusión para presentarse servil a las proyecciones hegemónicas en la estructura política. En ese sentido, este tipo de violencia busca amedrentar no solo a quien se dirige, sino también a otras mujeres que comparten las causas o que ven a la víctima como un modelo a seguir. Es una violencia que se agudiza de forma interseccional, por lo que afecta en mayor medida a las mujeres con identidad étnica, con “clasificación” racial, pobres y con pensamiento crítico, que viola los principios de equidad y de igualdad como necesarios para una democracia sana.
Por consiguiente, soy consciente de que esta violencia política en ocasiones puede ser silenciosa, pero genera un daño profundo a la integridad de las mujeres, en razón de su género. En definitiva son las mujeres con posturas alternativas, que no son cómodas y funcionales a un establecimiento injusto, que explota la naturaleza y que excluye a las que estas dictaduras sutiles, apuntan sus cañones simbólicos, jurídicos y políticos para violentar sus derechos porque provocan movimientos colectivos de derechos y encarnan las luchas históricas de las mujeres, y los excluidos.
Colombia es un país en constante violencia política por una historia donde la acumulación del poder, puede catalogarse como una dictadura “suave” de parte de poderes tradicionales que han resistido largamente concesiones a sus subordinados. Esta continua violencia política se ha manifestado en múltiples asesinatos a representantes políticos (como candidatos presidenciales), a líderes sociales, en masacres, en silenciamiento y exilio a pensadores, artistas y políticos, entre otras cosas. Hoy la violencia política trasciende de las armas que privan la vida para silenciar la voz de quienes representan a la ciudadanía a un bolígrafo, que si bien no atenta contra la integridad y la vida de una persona sí cumple el mismo cometido, “SILENCIAR” “CALLAR” un sicariato administrativo desde el escritorio, pareciera que hoy tenemos un nuevo “bolígrafo” y no precisamente el del proceso de paz. La sofisticación de esta violencia, ha tomado a la mujer como principal territorio de disputa, de maltrato y de subordinación.
Invito con este debate a no olvidar que esta violencia supera lo electoral y se ejerce diariamente contra las lideresas en los territorios, en las comunidades y a la mujer en general a partir de una estructura que les invisibiliza y maltrata, como es el caso de las mujeres y niñas indígenas en contexto de ciudad de la comunidad Emberá, que además responde a un fenómeno mundial que ha sumado víctimas en nuestro continente, especialmente de quienes la denuncian y combaten, como el caso de la Concejala Juana Quispe, en Bolivia.
Ahora bien, Colombia necesita que urgentemente se desarrollen medidas legislativas y políticas que permitan a las mujeres, en toda su diversidad y amplitud, ser agentes protagónicos en el camino que lleve a nuestro país hacia una sociedad más justa, más transparente y en paz. Son los cuerpos femeninos sobre los que se ha hecho la guerra, donde se evidencian las principales secuelas de un conflicto que atraviesa a nuestros territorios, a nuestros hijos e hijas y a nuestros sueños, y los convierte en trofeos y herramientas de la muerte.
Continuaremos en en una próxima sesión realizando las conclusiones de este importante debate de control político, donde intervendrán otras entidades del orden distrital y nacional, aunado a la realización de cuatro foros internacionales en el marco de la Comisión accidental que hemos creado, para que este tema se nutra de nuestras reflexiones, del pensamiento de la academia, de los movimientos sociales y las organizaciones, partidos, movimientos políticos, colectivos, etc. Invitadas e Invitados a seguir construyendo esta voz colectiva por la igualdad y equidad de género.
Foro internacional "Levantamos la voz por la equidad y la igualdad" 22 de septiembre del 2023
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Foro internacional "Caminamos por la equidad desde el Buenvivir" 6 de septiembre del 2023
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