Al interior de la Comisión de Gobierno del Concejo de Bogotá, el concejal Armando Gutiérrez González manifestó su preocupación por los resultados obtenidos en los programas y estrategias diseñadas por la Administración Distrital dirigidas a la atención de habitantes de calle en la ciudad. En debates anteriores, el concejal demostró con cifras y datos las deficiencias en la intervención en la olla más grande de la ciudad: “El Bronx”, y su impacto en esta población.
Si bien la intervención del “Bronx” se dio por la necesidad de establecer la presencia del Estado en un lugar caracterizado por crímenes y abusos de los derechos humanos en el centro de Bogotá[1], los resultados de esta gigantesca operación adelantada el 27 de mayo de 2016, en la cual cerca de 2.500 personas entre policías, militares, agentes del CTI de la Fiscalía, funcionarios del ICBF y de la Secretaría de Integración Social del Distrito, no fueron los esperados en cuanto a la vinculación de la población de habitantes de calle a los programas orientados por el distrito para su atención.
Cabe recordar que este sector del centro de Bogotá era reconocido por ser un fortín de grupos dedicados al expendio de drogas y explotación sexual, así como un refugio y un hogar para cientos de habitantes de la calle.
De acuerdo con el VII Censo realizado por el DANE, para el 2017 en la Ciudad Capital habitaban alrededor de 9.538 personas habitantes de calle, de las cuales, la mayoría se concentran en las localidades de Los Mártires, Santa Fe, Kennedy y Puente Aranda. El censo estableció que, del total de habitantes de calle, 8477 personas, es decir, el 88,9% son hombres, mientras que 1.061, el 11,1%, son mujeres. Asimismo, permitió determinar que la mayoría de la población que habita la calle en Bogotá tiene entre 20 y 45 años.
Dentro de las razones identificadas por las cuales esta población habita la calle, el 38,3% reportó que se debía al consumo de sustancias psicoactivas, el 32,7% por conflictos o dificultades familiares y el 7% por otras razones.
La droga que más usan es el bazuco, seguida por la marihuana, los dos alucinógenos que más se comercializan en los puntos de expendio de la capital. La distribución de basuco, por parte de los “ganchos”, ha generado una relación perversa con esta población: un proceso de manipulación y control ligado a su acceso.
Estos datos nos indican que las estrategias para evitar la habitabilidad en calle deben orientarse principalmente a la prevención del consumo de sustancias psicoactivas y a la intervención de conflictos familiares.
Es importante prestar atención a los datos presentados por un estudio realizado por Bogotá Cómo Vamos, en donde señalan que, 4 de cada 10 habitantes de calle, afirman haber empezado a vivir en esta condición cuando tenían menos de 18 años. Es decir, más de la tercera parte (39%) de esta población iniciaron la habitabilidad en calle siendo niños, niñas o adolescentes.
Esto quiere decir que los programas y estrategias orientados a la atención de esta población, se debe centrar en las niñas, niños y jóvenes que viven es esta condición, con el fin de evitar la propagación de este fenómeno.
Por otro lado, cabe resaltar que, con relación al conteo realizado en 2011, que dio como resultado un total de 9.614 habitantes de calle, es decir 76 más que los hallados el 2017, se puede evidenciar que la diferencia no es significativa. No obstante, desde algunas organizaciones sociales sostienen que en la ciudad pueden existir más de 13.000 personas en condición de habitabilidad de calle.
La prevención del fenómeno de la habitabilidad de calle en la ciudad hay que fortalecerlas, en especial con relación a la vinculación de esta población en la cadena del microtráfico en la ciudad tras el desmantelamiento del Bronx. Frente a esta situación, la Fundación Ideas para la Paz destacó los siguientes aspectos:
- 1. El desmantelamiento del Bronx provocó una reorganización territorial del microtráfico en el centro de la ciudad: Una vez dejo de existir el Bronx, que era a la vez expendio, sopladero y oficina del crimen, el microtráfico en el centro de la ciudad mutó: disminuyeron las grandes concentraciones de expendios, pero estos se han venido dispersando progresivamente.
- 2. La compra y venta de drogas ilícitas se dispersó e invisibilizó mucho más, pero no se alejó tanto del Bronx: Antes, los expendios se concentraban en una manzana y ahora, los habitantes de calle y/o adictos, lo hacen en un área de 12 manzanas contiguas al suroccidente del Bronx. Más allá, hay cuadras adicionales afectadas, pero con menor densidad de habitantes de calle y expendios. Algo parecido sigue sucediendo en Corabastos y sus alrededores.
- 3. Los habitantes de calle se aglomeran menos en donde antes compraban y consumían, pero se mueven más: Hoy, los habitantes de calle se desplazan más por el centro de la ciudad porque permanecen menos en lugares como el Bronx y otros similares. Sin embargo, las localidades siguen siendo las que tradicionalmente ocupaban: Santafé, Los Mártires, La Candelaria, Antonio Nariño, Puente Aranda, Rafael Uribe, Teusaquillo y Chapinero. De la misma manera, ya no están concentrados en El Amparo o en María Paz, sino que merodean en los alrededores, en las localidades de Kennedy y Bosa.
- 4. Nada indica que los habitantes de calle hayan disminuido: Por el contrario, su lento pero persistente crecimiento se sigue verificando. Otra cosa es que cada vez se ven menos aglomerados en lugares de expendio y consumo.
- 5. No es cierta la percepción de que los habitantes de calle “están en todos lados”: Los habitantes de calle siempre han vivido dispersos, en especial, por el centro de la ciudad. Hoy, este fenómeno se ha intensificado. Se suma que, en general, la intervención del Bronx generó un sentimiento de miedo en aquellas zonas vulnerables de convertirse en olla. Este miedo provoca un marcado rechazo hacia esta población y como consecuencia de ello, presión constante de la Policía.
- 6. La persecución del gato y el ratón: Una vez que los habitantes de calle son evacuados de una zona, no ocupan una nueva o se quedan estáticos. Esta población –antes y después del Bronx–, es corrida permanentemente por las autoridades y por presión directa de la ciudadanía.
- 7. Hay “fábricas” de nuevos habitantes de calle: Hay expendios de basuco dispersos en un cinturón de la periferia de la ciudad que arrojan lentamente nuevos jóvenes al despeñadero de la habitabilidad en calle. La política pública debería orientarse también a evitar que esto ocurra. Golpear las zonas donde se aglomeran los habitantes de calle a consumir y a comprar, pero también los espacios en donde se dispersan a reciclar o a dormir, no es el único camino para controlar el problema.
Para finalizar, presentamos las siguientes observaciones y recomendaciones:
Evaluar la instalación de salas de acogida para el uso de sustancias psicoactivas y revisar las barreras que impiden la atención al habitante de calle –especialmente la abstinencia–. Con el propósito de reducir el riesgo y el daño producido por las sustancias psicoactivas a los usuarios y sus entornos, y acercar a los consumidores a la oferta institucional, el Distrito y las instituciones nacionales deben evaluar seriamente la apertura de Centros de Consumo Controlado, así como la provisión supervisada de sustancias por parte del Estado.
A partir de la experiencia en el Bronx, es importante que el Distrito revise las barreras de acceso que impiden que una parte importante de los habitantes de calle acudan a la oferta institucional. La experiencia de la Calle del Cartucho, del Bronx y lo que está sucediendo en el barrio San Bernardo son muestra de que las políticas dirigidas a los habitantes de calle son insuficientes. Las respuestas de las autoridades para desmantelar estas ollas siempre resultan en el desplazamiento de la población de habitantes de calle a otros sitios.
• Nuestra investigación nos permite concluir que hay que fortalecer el personal humano para la atención en calle.
Recomendamos fortalecer y apoyar los procesos de inclusión social de habitantes de calle, por medio del fortalecimiento de convenios interadministrativos con miras a la corresponsabilidad e inclusión social de la población de habitantes de calle. Esto con el fin de que las personas que se encuentren en estado avanzado de procesos de rehabilitación tengan oportunidades laborales.
• Pese a los avances reportados en cuanto a la atención de la población de habitantes de calle durante la cuarentena, persisten unas problemáticas que quisiéramos resaltar:
• El consumo de sustancia psicoactivas.
• La expansión de esta población por toda la ciudad, en especial en sectores en donde se concentra nuevamente sin ningún control la venta y consumo de sustancias psicoactivas.
• La disposición de esta población para el servicio de las bandas criminales de la ciudad, lo cual se evidenció recientemente con el asesinato de Lynda Michelle Amaya, la joven víctima de una banda criminal y abandonada en el Barrio san Bernardo por un habitante de calle en una esquina del sector.
[1] La intervención en el Bronx: Una necesaria intervención institucional. Recuperado de https://librepensador.uexternado.edu.co/la-intervencion-en-el-bronx-una-necesaria-intervencion-institucional/#:~:text=La%20intervenci%C3%B3n%20en%20el%20%E2%80%9CBronx,en%20el%20centro%20de%20Bogot%C3%A1.