Mafe Rojas, Bogotá, 26/09/18
Bogotá intenta mejorar su sistema de taxis con la implementación de tabletas que acabarían con los ya obsoletos taxímetros. Sin embargo, una serie de suspensiones, retrasos, improvisaciones y falta de información muestran un panorama bastante oscuro para la medida. El último capítulo del drama en que se ha convertido este cambio lo dio el Consejo de Estado dando medidas cautelares que suspendian provisionalmente la medida y levantando las mismas el 9 de agosto. Pero el 13 de septiembre el mismo Consejo decidió echar para atrás el levantamiento de las medidas cautelares dejándolas en firme nuevamente y obligando a la secretaría a aplazar la medida nuevamente.
Esta medida tiene varios beneficios que vale la pena enunciar. Por ejemplo, hará que cada viaje en taxi tenga un doliente, es decir que el Distrito podrá saber quién realizó cada recorrido y a qué usuario. Esto podría mejorar de forma significativa la seguridad del servicio tanto para usuarios como para conductores, pues disminuye la posibilidad del “paseo millonario” y, al tiempo, los hurtos perpetrados por falsos pasajeros. El distrito tendrá un registro de cada viaje en taxi de la ciudad, lo cual permitirá conocer información valiosa tanto para la administración como para los taxistas, que podrían saber qué zonas de la ciudad tienen sobre demanda y cuáles tienen déficit; también contribuirá a combatir la piratería y el “gemeleo” de taxis, una petición constante del gremio.
Sin embargo, quedan importantes asuntos por resolver: no hay claridad en muchos temas, la administración dejó solo al gremio en la implementación de la medida y la transición, la multitud de aplicaciones ayuda a aumentar la confusión y hacen preguntar ¿por qué la Secretaría que planificó y ejecutó buena parte de los componentes necesarios para este plan no desarrolló su propia aplicación? Algo muy grave es que aparentemente hay un error en la fórmula de cobro, donde en vez de aumentar 4% sobre la tarifa típica como estaba proyectado, está aumentado entre 25 y 30%, hecho que ha generado confrontaciones entre conductores y pasajeros, lesionando duramente la imagen de la medida.
El mayor lunar en este proceso ha sido la socialización de la medida, tanto para usuarios como para taxistas, pues la mayoría no tiene claro los beneficios de la implementación de la tecnología, ni su funcionamiento. No han existido mayores campañas publicitarias ni una estrategia para informar a los más de 50 mil taxistas de la capital, ni siquiera en redes sociales es habitual que la Secretaría de Movilidad o alguna cuenta de la administración haga pedagogía sobre el tema. El sistema actual del taxímetro lleva funcionando décadas en Bogotá, desde finales de los años 50’s y comienzos de los 60’s con dispositivos mecánicos que fueron remplazados por los electrónicos actuales en la década de los 70’s; lograr que la gente se adapte de un día para otro a un nuevo sistema no es simple y la administración distrital debe hacer mucho más al respecto.
Una cosa es clara, el servicio de taxis debe evolucionar o corre el riesgo de tener una crisis mucho mayor a la actual de la mano de aplicaciones como UBER. Un ejemplo emblemático es lo ocurrido en Nueva York donde UBER es ahora el mayor empleador de la ciudad, mientras los taxistas han visto caer de forma dramática sus ingresos. La imagen regular del gremio taxista en la ciudad, donde según la encuesta de Bogotá como vamos el 48% de sus usuarios no están conformes con el servicio, es el ambiente perfecto para replicar esta situación.
El servicio de taxi en la Bogotá del siglo XXI debe tener varias características ineludibles, entre ellas conocer el costo de la tarifa antes de abordar el vehículo, poder calificarlo, la posibilidad de reportar incidentes, la opción de pagar con otros medios distintos al efectivo y poder enviar información del recorrido a contactos predeterminados. Tener registros de los viajes realizados en taxi con los orígenes y destinos, número de viajes, su costo promedio, tiempo del recorrido y velocidad, es información indispensable para poder hacer una mejor planeación y se pueden tomar medidas que beneficien a los ciudadanos. Por supuesto, con la perspectiva del cambio climático y la pobre calidad del aire en la ciudad se espera que lo más pronto posible la mayoría de los taxis sean eléctricos.
La tecnología es parte de la clave para mejorar el servicio de taxis, y puede restaurar la confianza que parte de la ciudadanía ha perdido en el gremio. Volver más atractiva esta alternativa de movilidad hará que recuperen usuarios y con ellos aumenten sus ingresos, al final, la necesaria evolución del servicio beneficiará a todos.