Faltan estrategias, y por supuesto vías. No hay duda. Por ende, la inauguración hoy de la avenida Bosa, representa un logro inmenso en materia de movilidad, y en soluciones para los más de 750.000 habitantes de la localidad, que pasan las verdes y las maduras día y noche, para trasladarse a sus lugares de trabajo o estudio, y para volver a casa al final de la jornada.
Hace cinco años, fui ponente del proyecto 117 de 2013, en el que se aprobó el cupo de endeudamiento para darle luz verde a esta importante obra que se inició en el 2015 y que permitirá descongestionar el sur de Bogotá. Se trata de dos calzadas, con tres carriles, que según los cálculos, les ahorrarán a los habitantes unos 45 minutos diarios en desplazamiento. ¡Tiempo que es oro!
El camino para la construcción de estos 10 kilómetros de vía estuvo plagado de escollos, como pasa regularmente con muchas obras de nuestro país, pero desde el Concejo y la alcaldía, se trabajó en superarlos y hacer realidad este proyecto que es hoy una tabla de salvación para los usuarios de la zona, que sufrían la pesadilla de los eternos trancones, y la angustia de no saber cómo burlarlos.
Hoy -no me cabe duda- casi un millón de habitantes celebran por ellos y por la ciudad, la inauguración de la avenida Bosa, que les regalará una mejor calidad de vida, con menos dolores de cabeza, pues no son pocos los desafíos que esta comunidad del sur de Bogotá enfrenta para subsistir, como para tener que luchar además con un tráfico inhumano e inclemente.
Aplaudo hoy, junto con los habitantes de Bosa, que esta vía se haya hecho realidad. Sin duda, el trabajo que adelanté para sacar adelante este proyecto -que monitoreamos paso a paso con la alcaldía- no fue en vano. Gracias a la avenida Bosa, tendremos ciudadanos más felices e identificados con la ciudad donde construyen sus sueños.