Considerar que esta ciudad es una verdadera metrópoli o una Atenas es una idea que ronda en la mente de los ciudadanos pero que no se cristaliza, pareciera estar ahí, pero a la vez es un sueño que dista mucho de convertirse en una realidad.
Las libertades individuales así como el interés general son principios constitucionales y en diferentes formas son objeto de protección por parte del ordenamiento legal, pero su observancia esta cada vez más lejos de la conciencia ciudadana que no ve límites claros entre un concepto y otro; Cuantas veces se transgreden los derechos del uno por parte del otro en nuestra sociedad, vulnerando al individuo y afectando al conglomerado social con acciones violentas e intolerantes, mostrando una total falta de valores y de respeto por la integridad personal que se camuflan descaradamente en nuestra cultura machista y costumbrista; porque es cierto, nos acostumbramos a soportar las malas noticias, el maltrato a las mujeres a los niños a las familias, y convivimos con la angustia de pensar en qué momento vamos a ser nosotros las víctimas, ésta no puede ser más la Bogotá que queremos para nuestros hijos, ni para nosotros mismos. Los paradigmas tienen que cambiar las expectativas deben ser otras y las proyecciones tienen que rediseñarse por parte de quienes manejan la Capital con hilos de seda, esta ciudad necesita llevarse con riendas, con decisión y convicción y con un trabajo mancomunado de las autoridades, la fuerza pública y la participación activa de la sociedad en general.
Pero no todo es malo ni sombrío, como algún pasaje que se narra en las novelas de Gabriel García Márquez, Bogotá no es macondo…aun, la capital necesita urgentemente un re direccionamiento cultural desde sus instituciones hasta cada uno de sus habitantes. Pensar en una ciudad despierta 24 horas es pensar en ciudades de Europa y Norte América con un flujo de personas en función de una vida nocturna continua, económica, social y culturalmente proactiva, que no tendría porque estar lejos de la nuestra, si existiera la infraestructura comercial, laboral y de movilidad que tuviera la capacidad de demanda para una ciudad 24 horas, pero más allá de esto se cuestiona si la mentalidad de los habitantes de la ciudad está preparada para soportar el compromiso sociocultural de tener una ciudad que no duerme, con establecimientos comerciales abiertos, con rumba a la orden del día de diferentes estilos y obviamente una ciudad más vulnerable a la inseguridad y a la delincuencia que con la complicidad de la noche puede llegar a ser aun peor de lo que actualmente es.
No es mi intención radicalizar una opinión, solo pretendo analizar las diferentes posiciones que una persona del común podría tener frente al tema; y no deja de ser ajeno el concepto de muchos que creen firmemente que si no incursionamos en este tipo de ciudad jamás dejaremos de pertenecer al tercer mundo y al subdesarrollo, pero yo creo también firmemente que el primer paso para el desarrollo y el avance de una sociedad está en la planeación , en la organización y no en la improvisación como se ha mostrado tanto en la actual como en las anteriores administraciones, pero ese es un asunto a debatir en otro momento con todos los sectores interesados y que harían parte de este cambio en la ciudad.
Esta cerca o lejos Bogotá de convertirse en una metrópoli de 24 horas?, eso lo sabremos cuando la conciencia de cada ciudadano le indique que nivel cultural, de tolerancia y respeto tiene para asumir esa responsabilidad; cuando cada padre y madre de familia tengan la seguridad de que su hijo va a tener las garantías para estar en la madrugada en la calle sin que corra peligro y cuando cada habitante de esta hermosa capital este convencido que cuenta con el respaldo y la protección de las autoridades para disfrutar lo que la noche puede traerle.
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