Veamos, por ejemplo, lo que ha pasado con el arbolado urbano, tal vez uno de los mayores puntos de tensión entre el alcalde y los ciudadanos. Las polémicas decisiones del alcalde con respecto al arbolado de la ciudad, acompañadas de comentarios despectivos e insultantes hacia los ciudadanos y justificaciones poco convincentes, consiguieron exasperar a muchas comunidades a lo largo y ancho de la ciudad. El alcalde respondió enviando los escuadrones antidisturbios para imponer sus decisiones inconsultas.
Más que percepciones.
Se le envió a la Secretaría de Ambiente un nuevo derecho de petición (cosa que he venido haciendo con regularidad) preguntando por el estado, las inversiones y alcances de las talas y siembras en Bogotá. Una vez más, se encontraron inconsistencias y vacíos en la información. Con la novedad de que Secretaría de Ambiente (SDA) y el Jardín Botánico (JBB) se tiraron la pelota mutuamente y no dieron un consolidado de las talas ejecutadas en la ciudad.
La SDA reconoció que hasta el 31 de julio de este año se habían efectuado un total de 7.235 talas. Pero hizo traslado del requerimiento al JBB, que aceptó haber talado por su parte otros 17.686 árboles. Sin embargo, hace la aclaración de que es a la SDA la que le corresponde “efectuar el control y seguimiento a las actividades silviculturales autorizadas”. Así que no sabemos con seguridad cuántos árboles han talado otras entidades como IDRD, Codensa y Acueducto. Sumando la cifra proporcionada por SDA y JBB tenemos un total temporal de 24.921 árboles menos en la ciudad.
Según cálculos del mismo JBB, talar esos árboles tuvo costos unitarios promedio entre los 400 y los 600 mil pesos por individuo, dependiendo de variables como la altura. Así, entre 2016 y 2019 bajo la administración Peñalosa el Jardín Botánico habría utilizado recursos cercanos a los siete mil millones de pesos derribando árboles. A este valor de la tala física de los árboles, hay que contemplar lo que vale hacer las respectivas compensaciones por haberlos talado. Según cálculos del JBB estas compensaciones equivalen a un total de 21.501.979.866 millones de pesos. Estos datos no incluyen la cuantificación del impacto por la pérdida de los servicios ambientales que prestaban esos árboles.
De lo que sí hay certeza es de cuántas autorizaciones de tala ha expedido la Secretaría de Ambiente en estos cuatro años, solicitadas tanto por entidades como por empresas, constructoras y particulares. Hasta julio de este año, la base de datos señalaba que en tres años y medio se ha autorizado derribar 43.424 árboles. Es decir que, como mínimo, más de la mitad de esos árboles ya no existen.
Cabe hacer aquí una claridad sobre las motivaciones para talar esos árboles. Según consta en la base de datos de la Secretaría de Ambiente, del total de árboles autorizados para tala, menos de la tercera parte (12.168) estaban en riesgo de caerse, según el concepto de los técnicos que los evaluaron. Todos los demás árboles no representaban una emergencia, y con una política orientada a conservar el arbolado urbano muy seguramente muchos de ellos podrían continuar en pie.
El año en que se vivieron los mayores enfrentamientos y tensiones entre el alcalde y los ciudadanos por el arbolado urbano fue 2018. Coincide que ese mismo año una mayor cantidad de talas fueron ejecutadas por el JBB (5.960) y autorizadas por la Secretaría de Ambiente (14.882), unas cinco mil más que el año anterior. Entonces, no eran simples percepciones de los ciudadanos porque, en efecto, hubo un incremento notable. En el primer semestre de 2019 la cuenta ya iba en 6.093 nuevas autorizaciones y no sabemos cuáles sean los planes de despedida del alcalde.
Compensación insuficiente.
Por otro lado, los resultados en plantaciones de arbolado urbano pueden calificarse como modestos, porque si bien es mayor la cantidad de árboles sembrados que los talados, la diferencia entre unos y otros es poca. Durante la alcaldía de Peñalosa se ha plantado en total, en espacio público dentro de la ciudad, 37.589 árboles. A eso deben sumarse otros 13.322 que fueron plantados en espacio privado.
Sin embargo, para no contarlos dos veces, de esa suma hay que restar 14.077 correspondientes a replantes, es decir, árboles que tuvieron que ser plantados nuevamente porque la primera vez no sobrevivieron. Eso nos da un total de 36.834 árboles nuevos en la ciudad. Para esas plantaciones se ha utilizado recursos equivalentes a 10.344.705.580 millones. Es decir, apenas unos tres mil millones más que los utilizados para derribar árboles.
Teniendo en cuenta que sólo el Jardín Botánico ha talado 17.686 y que, de mantenerse la tendencia, esa cifra puede aumentar a 22 mil árboles menos para final de año, la ciudad queda con un flaco saldo a favor de unos 15 mil árboles. En sus redes sociales el alcalde -siempre es bueno recordarlo- hablaba de compensaciones a una tasa de 8 individuos nuevos por cada uno talado. Afirmación que claramente no se sostiene en cuanto al arbolado urbano.
Incluso la cifra podría ser más baja teniendo en cuenta que no nos fue proporcionada la cifra de talas ejecutadas, directamente o a través de sus contratistas, por entidades como IDU, IDRD y Acueducto.
De manera que, en realidad, el saldo positivo en el casco urbano puede ser bastante inferior y, prácticamente, nos sale lo comido por lo servido. En Bogotá hay poco más de un millón de árboles y, en esta administración ya no se avanzó prácticamente nada en la meta soñada de duplicar el volumen del arbolado urbano.