Durante las conclusiones del debate de control político sobre la Nueva licitación de Transmilenio para las Fases I y II, el concejal Álvaro Argote de la bancada del Polo Democrático Alternativo manifestó lo siguiente:
Hoy en Bogotá estamos padeciendo las consecuencias de una mala decisión tomada por el Alcalde Peñalosa en el año 1999. Este hecho dañino generó dos graves problemas:
- Con el Acuerdo de Monserrate, el Gobierno Nacional aprobó financiar con el 70% la primera línea de metro subterráneo, el entonces Alcalde Peñalosa, por su interés personal cambió el destino de los recursos y los desvió para construir unas troncales a superficie para un sistema de buses articulados marca Volvo, cuya venta y compra fue promovida no solo en Bogotá por el señor Peñalosa, vinculado a esa empresa y, nos embarcó en un Sistema de Transporte Público que no ha resuelto ni resolverá la necesidad de transporte masivo con buses a superficie. El transporte masivo solo se resolverá con un sistema de metros pesados subterráneos, como lo han hecho las grandes ciudades del mundo. El trancón derivado del mal sistema lo hemos sufrido estos 18 años y ahora nos llevan a ampliar la licitación con el mismo sistema y los mismos operadores por otros 18 años.
- El segundo gran daño, es que por la esencia del sistema mismo de Transmilenio, Peñalosa interesado en el negocio, entregó este servicio a unos particulares amigos que ofrecieron comprar los buses y, así se privatizó el transporte público de la ciudad, situación que no ocurre con los metros que se construyeron con dinero público y en consecuencia, se opera de manera pública, como ocurre con todos los metros del mundo, con unas raras excepciones, pues el transporte público urbano definido por la ley como un servicio público de obligatorio uso no puede ni debe privatizarse, por seguridad en la gestión pública de una gran ciudad. Otro gran daño, consecuencia de la mala gestión de Peñalosa.