Según el estudio ´Línea de Base de Evasión para el Componente Troncal del Sistema´, contratado con la Universidad Nacional de Colombia, semanalmente el sistema de Transmilenio pierde alrededor de 5.297 millones de pesos, cifra que anualmente representa 223.000 millones de pesos. Este dinero que es pagado con los impuestos de los ciudadanos es proporcional al costo del proyecto TransmiCable que hoy beneficia a más de 700.000 personas en Ciudad Bolívar.
Por esta razón, como estrategia para evitar que los ciudadanos continúen evadiendo el Sistema y se brinde protección necesaria dentro del mismo, 156 caninos hacen parte de Transmilenio, 124 de ellos cuentan con entrenamiento especializado en defensa controlada y 32 en detección de substancias explosivas. Una forma muy eficaz por parte de la Administración para garantizar que este problema de los ‘Colados’, no continúe afectando a los demás ciudadanos que sí pagan su pasaje.
Sin embargo, para el ‘Concejal de la Gente’, Álvaro Acevedo, esta implementación de vigilancia canina no es suficiente para los desafíos que representa Transmilenio, por ello alude que: “Los empresarios dueños de los buses articulados rojos, que son los que se quedan con la parte nutritiva de este negocio de transportar a la gente, deberían meterse la mano al dril y coadyuvar con la vigilancia en las estaciones y no dejar esta tarea, únicamente a la Policía Metropolitana de Bogotá, que entre otras, son pocos los que se ven en el Sistema”.
Según el cabildante de la bancada Liberal, esta vigilancia patrocinada por los empresarios está en la obligación de llevarse a cabo con campañas pedagógicas de cultura ciudadana, para concientizar que el buen uso del Sistema Integrado y no en la implementación de este tipo de estrategias caninas para que las personas paguen el pasaje, ya que una consecuencia irreparable es el desgaste que sufren también estos animales, pues de acuerdo al comunicado de Transmilenio, hay dos ejemplares que cumplen dos turnos de trabajo durante la jornada operativa y los ejemplares con entrenamiento de detección de substancias explosivas, trabajan en cuatro turnos las 24 horas del día. “Esto podría ser considerado hasta maltrato animal”, expuso el concejal de Bogotá, Álvaro Acevedo.
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