La visita del Papa Francisco ha polarizado la opinión pública al interior de distintos círculos sociales en Colombia: por un lado, se encuentra la mayoría de creyentes en la fe católica, quienes esperan con gran jubilo y esperanza el encuentro con el Santo Padre para recibir su bendición. Por otro lado, están quienes desde el principio se han opuesto a este trascendental evento: partiendo desde el interior de la misma iglesia católica, en donde un grupo de sacerdotes consideran que las posturas del Papa Francisco frente a temas controversiales como la homosexualidad y la familia, han perjudicado el magisterio de la iglesia. También las corrientes más ortodoxas de las iglesias cristianas o evangélicas han demostrado su rechazo a la visita del Santo Padre. En este mismo sentido, se encuentra una parte de la sociedad colombiana que pertenece a diferentes corrientes políticas y círculos sociales, quienes consideran que el costo de la visita resulta muy elevado y representa un duro golpe para las finanzas públicas en tiempos de recesión económica. Y finalmente están quienes, por sus convicciones políticas, rechazan la visita del Papa Francisco por que éste le ha dado un importante espaldarazo al proceso de paz llevado a cabo por el gobierno colombiano con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Farc- pues su visita es un símbolo de confianza y unidad frente al proceso de negociación que culmina y el posconflicto que comienza.
La motivación del Sumo Pontífice en visitar nuestro poís fue su vocación de servicio y su profunda convicción de la existencia de un estrecho vínculo entre la espiritualidad y la paz:
“Parte de una adecuada comprensión de la espiritualidad consiste en ampliar lo que entendemos por paz, que es mucho más que la ausencia de guerra. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común, porque, auténticamente vivida, se refleja en un estilo de vida equilibrado unido a una capacidad de admiración que lleva a la profundidad de la vida” (Enciclica, 2015)
Es evidente que la visita del Papa Francisco enriquecerá el debate de la paz y el posconflicto mediante un discurso lleno de criterios morales, haciendo un llamado al perdón, a la reconciliación y a la unidad, cumpliendo así con su palabra de “blindar” espiritualmente el proceso de paz cuando el conflicto hubiese finalizado.
El mismo Papa reconoció mediante declaraciones hechas dos días antes de su arribo a la ciudad de Bogotá que es “un peregrino de esperanza y de paz” e hizo un llamado por la reconciliación: “Dar el primer paso nos anima a salir al encuentro del otro, extender la mano y darnos el signo de paz" dijo, a lo cual añadió que "El mundo de hoy tiene la necesidad de constructores de paz y de diálogo. También la Iglesia está llamada a esta tarea, a promover la reconciliación con el señor y con los hermanos. (Comunicado del Papa Francisco, 4 de septiembre 2107)
En este proceso de cambio y reconciliación, la juventud juega para el Papa Francisco un papel fundamental para la construcción de un mundo mejor. En una Carta dirigida a los jóvenes el Sumo Pontífice se refirió a este asunto de la siguiente manera:
“Un mundo mejor se construye también gracias a ustedes –los jóvenes-, que siempre desean cambiar y ser generosos. No tengan miedo de escuchar al Espíritu que les sugiere opciones audaces, no pierdan tiempo cuando la conciencia les pida arriesgar para seguir al Maestro.” (Carta del Papa Francisco a los Jóvenes del Mundo, enero de 2017)
Adicionalmente, les hizo un llamado a los jóvenes al cambio y a la generosidad, instándolos a la misericordia, al compromiso y a la compasión. En este sentido, el Papa Francisco en su discurso dirigido a los jóvenes en Polonia en el 2016 dijo:
“La misericordia siempre tiene rostro joven (…) Decir misericordia junto a ustedes, es decir oportunidad, es decir mañana, compromiso, confianza, apertura, hospitalidad, compasión, es decir sueños”. (Discurso del Papa Francisco dirigido a los jóvenes, Polonia 2016)
También el Papa hizo un llamado a la justicia entre las generaciones argumentando que la noción de “bien común” incorpora también a las generaciones futuras, ya que no puede hablarse de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional. Cuando pensamos en la situación en que se deja el planeta a las generaciones futuras, entramos en otra lógica, la del don gratuito que recibimos y comunicamos. Frente a este tema, el Sumo Pontífice se refirió de la siguiente manera:
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores.” (Enciclica, 2015)
El bien común para el Santo Padre presupone el respeto a la persona humana, junto con sus derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral.
Es preciso señalar también que, junto al mensaje de paz y reconciliación, el Sumo Pontífice trae un mensaje dirigido a la conservación del medio ambiente, al cual denomina “la casa común”. Y es muy importante este punto dadas las deplorables condiciones en las que se encentra el ambiente que nos rodea en Colombia y en el mundo entero como consecuencia de la explotación desmedida de nuestros recursos naturales y del cambio climático.
La Encíclica Papal, publicada bajo el título Laudato Si (Alabado Seas) en mayo de 2015, el pontífice hace un llamado a proteger nuestro planeta de la degradación del medio ambiente y hace duras críticas al sistema económico por explotar los recursos naturales sin ningún tipo de consideración ética ni moral. También hace un llamado a lo que él denomina una “comunión universal”, refiriéndose al hecho de que “la indiferencia o la crueldad ante las demás criaturas de este mundo siempre terminan trasladándose de algún modo al trato que damos a otros seres humanos. El corazón es uno solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal no tarda en manifestarse en la relación con las demás personas.” Es mediante esta “comunion universal” que los seres humanos encuentran el goce de la fraternidad: “Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra.” (Enciclica, 2015)
Por otro lado, el Papa señala en su Encíclica que “junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado.”, el cual juega un papel muy importante para sentar las bases de una ciudad habitable, tema que resulta muy pertinente para el contexto local de las ciudades colombianas, que se encuentran en un proceso de transformación y definición de sus territorios desde la aprobación de los planes de ordenamiento territorial. El Pontífice se refiere a esto como la “Ecología Cultural”, caracterizándola de la siguiente manera:
“No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales a la hora de analizar cuestiones relacionadas con el medio ambiente, poniendo en diálogo el lenguaje científico-técnico con el lenguaje popular. Es la cultura no sólo en el sentido de los monumentos del pasado, sino especialmente en su sentido vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse a la hora de repensar la relación del ser humano con el ambiente.” (Enciclica, 2015)
Respecto a los mecanismos de participación, el Papa señaló que no todos están llamados a trabajar de manera directa en política, resaltando el papel de las innumerables asociaciones que intervienen a favor del bien común preservando el ambiente natural y urbano, alrededor de las cuales se desarrollan o se recuperan vínculos y surge un nuevo tejido social local. (Enciclica, 2015)
Independientemente de cual sea nuestra posición frente a la visita del Papa Francisco o nuestras convicciones políticas o religiosas, vale la pena reconocer la importancia del mensaje de paz, unidad y reconciliación que trae consigo el Sumo Pontífice, pues como el mismo lo dijo en su Encíclica:
“Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente.” (Enciclica, 2015)
Por las razones esgrimidas, y con la convicción y la profunda fe que nos cobija de un futuro mejor, desde la oficina del Concejal Armando Gutiérrez González, del Partido Liberal Colombiano, le damos una fraternal bienvenida a nuestro país al Papa Francisco.