Sin embargo, casi ocho años después, los objetivos no han sido cumplidos a cabalidad. Y, por el contrario, el sistema está en crisis. Por un lado, la quiebra de los operadores, el mal estado de los buses y la incompleta articulación con las entidades públicas complican su sostenibilidad. Por otra parte, las frecuencias irregulares de las rutas, la insuficiente cobertura de la ciudad y la inseguridad han reducido la demanda del sistema y han repercutido en la percepción ciudadanía.
Lo que comenzó como una medida transitoria se a convertido en algo que al parecer perdurara por la eternidad, el vacío que dejaron los operadores quebrados y la ineficiencia de las rutas ordeno al Distrito a armar un plan de contingencia: aplazar el desmonte de los buses tradicionales y establecer el SITP Provisional, más allá de contener el problema o integrar el esquema tradicional con el moderno, ambos se encuentran compitiendo entre sí en condiciones desiguales, los buses azules cobran $2200 por pasaje, en cambio el SITP Provisional cuesta $1750. Los sucesivos aplazamientos tienen efectos caóticos en la ciudad, ya que se sigue fomentando “la guerra del centavo” y se retrasa aún más la puesta en funcionamiento de una flota de buses moderna. No obstante, el SITP Provisional aún demuestra viabilidad financiera y cubre las necesidades de transporte en toda la ciudad.