En la conmemoración del día de la mujer indígena, se recuerda y honra la importancia transversal de las mujeres para los pueblos indígenas, como matriz del mundo y base de sus culturas. En la cosmovisión indígena la mujer es la representación simbólica de la madre tierra. Por eso la mujer es dueña de la Ley de origen. Es preciso que hoy recordemos con especial énfasis, en lo que realmente consiste la ley de origen y el buen vivir.
Esta fecha se origina a partir de la necesidad de conmemorar a Bartolina Sisa que luchó y encabezó, junto a su compañero Tupak Katari (Julián Apaza), uno de los levantamientos históricos más grandes del mundo andino que hasta hoy ilumina al continente de Abya Ya, en 1781. La lucha de Bartolina Sisa y de sus compañeros y compañeras estaba centrada contra los abusos de los agentes colonizadores de su época. Al recordarla se celebra el gran compromiso de las mujeres indígenas en la protección de sus culturas, de sus derechos y del orden de la madre tierra. Esto ha sido referente mundial para la construcción de una agenda común por los derechos de las mujeres indígenas.
En mi experiencia como líder y parte de la comunidad Iku (Arhuaca) de la Sierra Nevada de Santa Marta, junto a miles de mujeres Iku hemos caminado, tejido nuestros pensamientos y realizado nuestros pagamentos colectivos conforme a la Ley de Origen. Es así, como se ha conformado el Consejo de Mujer, Niñez y Familia bajo el liderazgo colectivo y femenino que incluye las autoridades regionales, las kunturwasi y los mamos mayores, siendo un espacio de proyección desde el tejido comunitario, al cuidado de la semilla humana.
En mi tesis titulada “Cosmovisión, contexto, miradas y retos para la institucionalización del enfoque étnico en Colombia” estudié cómo en la Ley de Origen y el Buen Vivir se pueden abordar seis principios fundamentales: 1. La madre tierra, 2. La relacionalidad, 3. La complementariedad y armonía, 4. La reciprocidad, 5. La concepción cíclica de la vida y 6. La unidad en la diversidad. Principios que han sustentado el ser y la forma de vida de los pueblos originarios, en este caso del pueblo Iku.
La mujer tiene por razones históricas y cosmogónicas un gran valor espiritual, social y político. Por eso las violencias hacia las mujeres indígenas, también son un ataque a la estructura misma de la autonomía indígena, a la cosmovisión y la cultura, siendo una forma de extirpar la raíz viva del ser en su territorio. Esta visión fue reemplazada por la invisibilidad, negación, violencia y exclusión que las mujeres indígenas sufren en su vida cotidiana y al interior de sus comunidades y organizaciones que han sido influenciadas por el machismo y el sistema patriarcal de occidente.
Actualmente, las relaciones de género en las comunidades indígenas son verticales y asimétricas. Una de mis misiones de vida, es que el principio de complementariedad y reciprocidad que viven las comunidades indígenas puedan tener una relación horizontal-simétrica, real y durable que implica el buen vivir como horizonte de vivir en paridad, en reciprocidad, en complementariedad. Este llamado desde el buen vivir y desde el avance de las mujeres indígenas en sus procesos de articulación y agenda internacional, llevaron a que se incluyera en la CEDAW una recomendación específica (la número 39), la cual reiteramos para que sea adoptada por el Estado Colombiano y todos los estados partes, a través del nivel ejecutivo, por el Ministerio de la igualdad y la equidad; por el legislativo, en el Congreso y en la rama judicial trabajando en el acceso a la justicia con un enfoque interseccional que garantice los derechos de las mujeres indígenas y étnicas.
Actualmente, tanto en el Concejo de Bogotá, como en la Cámara de Representantes cursan para aprobación un proyecto de acuerdo y un proyecto de ley estatutaria, respectivamente, que pretenden regular y tomar medidas para la erradicación de la violencia política contra las mujeres. Vemos con preocupación que las mujeres étnicas y las mujeres indígenas en específico no tienen la suficiente relevancia en estos programas, por lo que es pertinente en el marco de dichos proyectos incluir la recomendación 39 de la CEDAW para la materialización de los derechos internacionales de los pueblos indígenas en la ONU.
Dichas recomendaciones también hacen apreciaciones sobre la importancia de la mujer indígena en la política, (artículos 7, 8 y 14) y consciente de entender la violencia como un fenómeno multidimensional y del riesgo que corren las personas con pertenencia étnica y lideresas indígenas, quienes son las más vulnerables para que esta violencia sea naturalizada. La CEDAW explicita que no existen argumentos culturales, prácticas o tradiciones dentro de las culturas indígenas que pueda pasar por encima de los derechos humanos de las mujeres y niñas indígenas. El Comité subraya la importancia de la defensa y organización de las defensoras de los derechos humanos de las mujeres indígenas, incluidas las defensoras de los derechos humanos medioambientales, a todos los niveles.
En el marco del día internacional de la mujer indígena, tengo el gusto de invitarlos al Diálogo Internacional: “Voces y estrategias frente a la violencia política” organizado por COICA y la unidad de la palabra dulce de las mujeres indígenas de 512 pueblos.
16:30 Bolivia, Venezuela
