Este congreso se desarrolla desde el 26 al 28 de octubre de 2023 en la Universidad del Magdalena, en Santa Marta. Es organizado por un consorcio interinstitucional compuesto por las siguientes universidades colombianas: Universidad del Magdalena, Universidad Nacional de Colombia, Universidad de Los Andes y Universidad del Valle. , y por las Sociedades Mesoamericana y Andina de Economía Ecológica.
Este importante encuentro tiene como epicentro poner en discusión las teorías referentes a las «economías para la vida», las cuales consisten en una variedad de procesos económicos que pretenden mejorar la calidad de vida de los seres humanos, al tiempo que contribuyen a la preservación y recuperación de las funciones ecológicas vitales.
Dentro de las personas que participan de este Congreso, se encuentra la H.C Ati Quigua, quien representa el sistema de conocimiento ancestral de los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta y a su vez ejerce un importante liderazgo desde las políticas públicas con un enfoque sistémico que incorpora una visión alternativa sobre el campo de la economía. En este congreso también participan académicos de una amplia gama de campos relacionados con la ciencia de la sustentabilidad como Arturo Escobar, Astrid Ulloa, Eduardo Gudynas, Maria Paz Aedo, entre otras.
También participan formuladores de políticas, administradores gubernamentales, líderes sociales, organizaciones de la sociedad civil, artistas y empresas preocupadas por la responsabilidad social y ambiental.
La Concejala Ati Quigua, participó en el panel de económicas para la vida, el cual tuvo por moderador al profesor Alexander Rincón Ruíz, Economista de la Universidad Nacional de Colombia y editor del reciente libro “Bioeconomía: Miradas múltiples, reflexiones y retos para un país complejo”. Como co-panelistas participaron Luz Angela Rodríguez PhD en Política Ambiental y Magíster en Economía Ambiental; Ignacio Krell Rivera: Codirector de MAPLE, una organización que ayuda a crear herramientas autogestionadas para el empoderamiento económico y la autonomía comunitaria; Carlos Eduardo Maldonado, Profesor e investigador de la Universidad del Bosque y Maria Paz Aedo, Socióloga de la Universidad de Chile, Doctora en Educación, Máster en Humanidades Ecológicas, Sustentabilidad y Transición Ecosocial de la U. Politécnica de Valencia. Es socia fundadora del Centro de Análisis Socioambiental - CASA.
Durante el diálogo se puso a consideración las diferentes miradas sobre una posible y existente imposición sociocultural de una economía que agota la vida y frente a este hecho, la necesidad de pensar en una economía que sea sierva de la vida. La economía de mercado actual es una economía depredadora del medio ambiente, y que, al ritmo actual, en unos pocos años no estará en la capacidad de garantizar la supervivencia de las especies biológicas y, por supuesto, del hombre, el cual también pertenece a ese gran circuito de la vida que es la naturaleza.
Se reiteró que en el nuevo contexto mundial, donde se agotan los recursos y la población crece de forma exponencial, la “nueva” Bioeconomía se percibe como una alternativa viable para dirigir a los países hacia una mayor sostenibilidad en el uso de los recursos naturales y en el crecimiento económico. Un encuentro de la biología, la química, las ciencias materiales, la genómica y la tecnología de información para explotar mejor los recursos naturales en la agricultura e industria, es necesario.
En Colombia, toda la cadena biótica es severamente afectada por el extractivismo primario exportador. La ganadería extensiva, los grandes monocultivos agrarios en manos de transnacionales, la instalación de los proyectos mineros e hidroeléctricos son parte de un modelo extractivo-mercantil y primario exportador que tiene impactos devastadores sobre la ecología amazónica por ejemplo, se está llegando a los extremos, poniendo en riesgo la integridad de toda la cuenca amazónica.
En consecuencia, es evidente que existe una necesidad de pensar en economías diversas, economías “otras” que apunten a economías para la vida (economía regenerativa, economías solidaria y cooperativa, economías campesinas, economías – otras (visiones indígenas y afrodescendientes), etc). Todo esto desde una visión de América Latina, donde actualmente existen estas economías diversas – economías-otras. Es necesario plantear nuevas alternativas que sean resilientes ante los efectos del calentamiento global. La bioeconomía puede ser una estrategia para disminuir la huella de carbono y transitar hacia un modelo de producción sostenible basado en el aprovechamiento de la biodiversidad
Todos los pueblos son únicos, irrepetibles e irremplazables, con sus propias formas de vida, por ende, cada pueblo desde su concepción se relaciona con su entorno, así, habría 115 formas de conservar la biodiversidad y “permitir que la tierra, las aguas, el sol, los árboles, los peces, las montañas del vida al hombre y el hombre le de vida a la naturaleza en una relación de igual a igual en equilibrio” y así mismo, aportar a lo que se denomina Bioeconomía.
Desde sus orígenes los pueblos indígenas han interactuado de forma positiva con su entorno. Su conocimiento de las plantas, los animales y el clima, entre otros elementos, determinaron su capacidad para sobrevivir en escenarios “inhóspitos” sin arrasar con todo a su paso, desde una mirada de respeto y sin el determinismo de la acumulación.
La política económica, social y ambiental actual tienden a simplificar y homogenizar la crisis ambiental y lo hacen tomando como estructura base: el crecimiento, la competitividad y los mercados, por ello la necesidad de una política compleja que ponga en el centro la vida y que ésta se enmarque en la idea de “economías diversas, economías “otras” para la vida”. Es ideal discutir la necesidad de superar la violencia cognitiva. Necesitamos nuevas fuentes de legitimación del conocimiento, requerimos un nuevo horizonte emancipatorio.
Los derechos de la Madre Tierra son un llamado a abandonar el paradigma antropocéntrico dominante e imaginar una nueva sociedad de la Tierra. Los derechos de la Madre Tierra desafían esta visión y sostienen que para construir sociedades alternativas, necesitamos superar el antropocentrismo y cambiar nuestra relación con la naturaleza. Los derechos de la Madre Tierra reflejan la visión de los pueblos indígenas de muchas partes del mundo y en particular de la región andina de América del Sur. Esta visión indígena tiene un profundo respeto por la naturaleza.