Una de las mentiras más recurrentes en este debate es que el proyecto de la Línea 1 del metro elevado no tenía los estudios terminados cuando se adjudicó, mientras que los del metro subterráneo estaban prácticamente finalizados. Gómez explicó que en todas las obras de esta envergadura hay tres tipos de estudios: los de factibilidad (fase I), los de ingeniería básica (fase II) y los de ingeniería de detalle (fase III). Aclaró que ambos proyectos tuvieron estudios de fase I y fase II, pero que solo el metro elevado ha llegado hasta la fase III, ya que la ingeniería de detalle la hace el constructor después de que se le adjudica la obra. “Es imposible que el metro subterráneo tuviera estudios de fase III, ya que no llegó a ser licitado ni adjudicado”, señaló.
La concejal se refirió también a falacias que se han difundido para desprestigiar los metros elevados como, por ejemplo, que estos sistemas ya no se construyen en el mundo o que contribuyen, por definición, al deterioro del espacio público y a la inseguridad. “En ciudades como Dubái, Yakarta, Bombay y Bangkok se han construido líneas de metro elevado en los últimos 20 años que han demostrado ser una solución de movilidad eficiente”, afirmó. También aseguró que el problema de la inseguridad o de la invasión del espacio público no depende del tipo de sistema, sino de la voluntad y el compromiso de las autoridades para regular y proteger las instalaciones del metro y sus zonas aledañas.
Gómez desmontó también la falsa idea de que el metro elevado solo servirá para alimentar Transmilenio y, por tanto, será un sistema fallido. La concejal explicó que todos los metros del mundo –elevados y subterráneos– necesitan sistemas complementarios de transporte para poder movilizar un volumen considerable de pasajeros, sobre todo aquellos que tienen pocas líneas. “Transmilenio, gústenos o no, es el sistema en el que se mueve la mayoría de los bogotanos. Mientras el metro crece y conecta los distintos puntos cardinales de la ciudad, algo que ocurrirá en muchos años, tendrá que articularse con Transmilenio para ser eficiente”, señaló.
Por último, la concejal desmintió a quienes dicen que los 2,2 millones de bogotanos que votaron por Petro en las pasadas elecciones presidenciales lo hicieron para tener un metro subterráneo. “No hay ninguna base para hacer esa afirmación –aseguró–. Lo que sí cabe preguntarse es cuántos de esos mismos bogotanos votarían hoy por él, después de que dijo que desfinanciará las grandes obras de la capital si se continúa con el Metro elevado”.
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