En días pasados estaba tratando de cruzar una calle con cicloruta, estaba atento porque el semáforo iba a cambiar para permitirme el paso y yo calculé el cruce, sin darme cuenta que la bicicleta que venía cerca era con motor y su conductor venía a más de 50 km/h. Le faltó poco para atropellarme, el pasó justo un segundo antes de que el semáforo me diera la vía. Y lo más grave, es que, si me hubiera atropellado, este vehículo de motor no tiene Soat que pueda cubrir un accidente, tampoco revisión tecnó-mecánica y sus usuarios no necesitan pase de moto para su conducción. Es un vehículo de motor, que parece una bicicleta.
No es un vehículo seguro, y mucho menos que cuide el medio ambiente. Los actores en la vía, tanto los peatones, como las bicicletas y las mismas motos, se sienten amenazados por esta unión de cicla y motor, que pueden ser responsables de fatales accidentes y agentes de contaminación auditiva y respiratoria. Utilizan motores de dos tiempos con tanques de gasolina y un exhosto que hace mucho ruido, y se consiguen en el mercado por tan sólo un millón de pesos o menos. Uno puede comprar la bicicleta completa de motor a gasolina, o instalarle a la que ya tiene, el kit con el motor, siempre y cuando la barra lo permita y se cuente con la capacidad económica para hacerlo, en uno de los muchos talleres de la capital, que ya son especialistas en este tipo de ensamble.
Y es que, en una ciudad como Bogotá, con más de 560 Kms de ciclorutas permanentes -según cifras del 2021- y donde cada día más aumenta el número de personas que usan la bicicleta como medio de transporte alternativo, es muy importante que se propenda por la seguridad en las vías, el respeto a las normas y a la convivencia, y el respeto del medio ambiente. Y eso precisamente, es lo que no están haciendo las bicicletas con motor que usan indiscriminadamente las ciclorutas, pero también las vías principales por donde van los carros y las motos; y ni hablar de cuando se suben a los andenes peatonales y ponen en riesgo la vida de los transeúntes. Es un vehículo muy peligro para sus usuarios y los otros actores de las vías, pues un motor de 80cc puede alcanzar una velocidad de hasta 60 km/h, que agravaría un accidente.
Una bicicleta normal promueve la movilidad, el ejercicio, la salud; protege y cuida el medio ambiente y permite disfrutar la ciudad y sus ciclorutas. Sin embargo, contrario a lo que busca la Secretaría de Movilidad, estos vehículos con motor, parientes desfigurados de las bicicletas, aumentan la inseguridad vial, la contaminación del aire que respiramos, y son un verdadero contrasentido. Cada día se multiplican porque constituyen una alternativa económica y rápida para miles de domiciliarios y personas que deben desplazarse muchos kilómetros al día para entregar pedidos o llegar a sus lugares de trabajo.
Y es que hay un gran vacío en la regulación de este tipo de ciclas con motor. Pueden usarse los pedales y en este caso funcionarían como bicicletas, pero en la práctica el usuario no usa los pedales y la compra porque necesita transportarse en un vehículo con motor, que sea más rápido que una bicicleta y que no sea tan costoso, ni tenga los requisitos de una moto. Usan motores a gasolina, pero no hay reglamentación, ni matricula, ni placa, ni permisos que garanticen su circulación segura y reglamentada.
La Secretaría Distrital de Movilidad y el Ministerio de Transporte deben regular este tipo de vehículos para que operen bajo unas normas que sean acordes con sus características. Son vehículos con motores de dos tiempos, que por el uso de tanque de gasolina contaminan el ambiente y son un riesgo para los diferentes actores en las vías, ya que se comportan en muchos casos como motos o como bicicletas, según su conveniencia, pero en la práctica no son ni lo uno ni lo otro. A nuevas realidades, nueva reglamentación. ¡Es urgente!
Bogotá, mayo 27 de 2022
