Cabe señalar que la infraestructura de movilidad se soporta principalmente en la malla vial, la cual tiene una extensión total entre la troncal, arterial, intermedia y local de 15.194 Km, de los cuales 14.184 Km (93%) cuenta con seguimiento a su condición de estado de conservación. El 8% de la extensión vial del Distrito Capital es rural.
De la extensión total de la malla vial urbana, el 8% corresponde a malla vial troncal (sistema Transmilenio), el 18,9% a malla vial arterial (tráfico mixto), el 23% a malla vial intermedia (corredores de movilidad local que soportan rutas de trasporte público) y el 50,1% a malla vial local.
Según las cifras reportadas por el Distrito, el 51% de la malla vial urbana y rural de Bogotá está en buen estado, el 36% se encuentra en estado regular y el 13% está en mal estado. En otras palabras, solo la mitad de las vías de la ciudad se encuentra en condiciones óptimas para los conductores, lo restante tiene defectos o está lleno de huecos. También es importante señalar que la mitad de las necesidades en la zona urbana están en malla vial local, especialmente en la periferia de la ciudad.
Los datos históricos evidencian una mejora desde 2016 (52 % en buen estado) hasta 2018 (59 % en buen estado). Ya entre el 2019 y 2020 hay un aumento de la malla vial calificada como regular a lo largo de la ciudad. Diversos estudios aseguran que la falta de mantenimiento preventivo y el exceso de tráfico son las principales causas del deterioro de las vías; también, las calles se deterioran por mala calidad de los materiales o por fallas en el diseño y en la adecuada ejecución y acabado de las obras, que a juicio de algunos expertos, parece ser la causa de los problemas que enfrentamos en la actualidad.
Frente a esta problemática, el IDU informó que, para poder reparar toda la malla vial, se requeriría de una inversión cercana a los $5.4 billones, una cifra que a todas luces resulta bastante elevada.
El año pasado, los dueños de carros particulares le aportaron a Bogotá 950.600 millones de pesos por concepto de impuesto de vehículos, superando la meta anual con 111% de cumplimiento[1]. No obstante, como ya se mencionó anteriormente, esos recursos resultan insuficientes para darle solución al problema de la infraestructura vial de la capital.
Pero el problema y la inversión no se requiere únicamente para recuperar la malla vial, pues no se trata simplemente de llevar la malla vial a buen estado, pues también se requieren recursos para que se mantenga en optimas condiciones permanentemente y eso requiere intervenciones periódicas.
Frente a esto, según la información reportada por el IDU, una vez se lleve la malla vial a buen estado, el costo recurrente para su mantenimiento anual es del orden de $2 billones, y los recursos con los que cuenta la ciudad son insuficientes para cubrir estos gastos.
Los contribuyentes pagan 1.4 billones en impuestos, tasas y contribuciones relacionadas con los vehículos automotores en 2020. Es decir, un 70 % de lo que cuesta el mantenimiento periódico y rutinario de la malla vial y una cuarta parte de lo que cuesta llevar la red existe a buen estado de mantenimiento.
En este contexto se puede evidenciar que los impuestos que pagan los propietarios de vehículos resultan insuficientes, recursos que no alcanzan para cubrir siquiera las necesidades anuales de mantenimiento, ni para llevar la malla vial a buen estado y mucho menos para ampliaciones viales.
Por otro lado, cabe señalar que otro de los factores que inciden en el deterioro de la malla vial tiene que ver con la falta de planeación, lo cual se ve reflejado en la baja ejecución presupuestal destinada a la malla vial.
Frente a la problemática que históricamente ha atravesado la malla vial de la ciudad, es necesario que todo recurso disponible se priorice en el mantenimiento oportuno, lo cual resulta más eficiente economícenme halando, que la reconstrucción y rehabilitación de la malla vial en mal estado.
Finalmente, consideramos que es importante impulsar los medios de transporte masivos, alternativos y sostenibles, para reducir la creciente carga que existe sobre la malla vial de la ciudad. En este sentido, se debe incentivar y priorizar la construcción de cables, troncales, líneas de metro, trenes regionales, ciclo rutas, ciclo-alamedas y corredores verdes.