El 2015 va a ser crucial para Bogotá. Se cerrará un ciclo de tres gobiernos de izquierda y la ciudadanía los evaluará para ver si vale la pena seguirle confiando la ciudad a esa tendencia política.
El balance va a ser claroscuro. Garzón intentó mantener las cosas buenas que venían y pasó la antorcha al competidor siguiente. Moreno robó a manos llenas. Petro ha trabajado por la equidad social pero no ha sido buen gerente.
Así las cosas, se corre el riesgo de botar el niño junto con el agua de la bañera. El niño son las apuestas y los logros sociales. El agua, la ejecución deficiente y los errores gerenciales.
Pero Bogotá no debiera renunciar a conseguir lo mejor de varios mundos: inclusión social; ciudad amable y funcional para todos, no solo para los más pobres; óptima gerencia pública; transparencia en el manejo de los recursos.
Diferentes alcaldes de la ciudad han obtenido buenos resultados en algunos de esos aspectos de la gestión. Pero el equilibrio entre éstos ha sido imposible de alcanzar.
Un tema por destacar es que ha echado para atrás la cultura del civismo y la responsabilidad con los demás y con la ciudad, donde teníamos mucho que mostrar hace unos años.
Con ocasión de la campaña electoral de 2015, habrá que reflexionar mucho sobre lo que hay que corregir, recuperar, recombinar o inventar para que el cuatrienio 2016-2019 sea un salto adelante en la construcción de una metrópoli más moderna y equitativa.
La(o) invito a no quedarse por fuera de esa reflexión y a actuar en consecuencia.
Con un cordial saludo,
Carlos Vicente de Roux R.