Bogotá no tiene un solo peaje en su territorio, sin embargo, está rodeada por 14 peajes entre los 100 m y los 35 km. Los más cercanos son los peajes de la calle 13, la Autopista Norte y La Calera que quedan a menos de 1 km del límite de la ciudad. El más costoso es sin duda El Boquerón hacía los Llanos orientales que cuesta $13.200 para carros y hasta $78.000 para camiones. Le sigue el peaje La Tebaida a 7.5km de Bogotá en la vía que conecta la calle 80 con Funza, con un costo de $12.800 para carros y hasta $50.700 para camiones.
Y es que un viaje del norte de la ciudad a Tausa o El Boquerón costaría solo de ida por peajes $17.700, caso similar a Sesquilé o Sisga que cuestan $17.400 también solo de ida. Esto no sería tan grave si el área metropolitana contara con un sistema de trenes regionales y de cercanías que fueran una opción real, por costo, velocidad, seguridad y confort frente a los vehículos tradicionales.
Son estas las razones por las que los peajes son tantos y tan costosos en el entorno de Bogotá:
-La Nación recauda poco e invierte mal, por lo que el dinero para infraestructura es insuficiente
-Al no contar con opciones de financiación pública, el Estado debe dar concesiones, llamativas financieramente para asegurar y atraer al sector privado, tan adverso al riesgo en el país, lo que termina traduciéndose en mayores costos de los peajes.
-Cuando los proyectos terminan su amortización, los peajes no bajan de costo ni desaparecen, sino que se mantienen al mismo nivel y siguen aumentando. Este dinero se termina usando para otros proyectos, incluso en otras regiones del país.
En palabras de la presidenta del Concejo de Bogotá, Mafe Rojas: “Bogotá está encerrada entre peajes de altos costos, hago un llamado a la administración para que se revisen las inversiones que se realizan con estos recursos y se busquen alternativas para que los habitantes de Bogotá puedan desplazarse por la región en mejores y más económicas condiciones”.
La concejala Rojas propone usar financiamientos más innovadores, cobrar mayores impuestos a las zonas urbanas de muy baja densidad a las afueras de la ciudad, como los ubicados entre calles 235 y 240 en Bogotá o buena parte de Cajicá. La baja densidad es sumamente costosa para la sociedad en general y responsable en buena parte de la necesidad de hacer una red vial tan extensa y robusta. Otra posibilidad, es unir los proyectos de vías con desarrollos específicos que permitan el cambio de uso del suelo en algunos puntos para construir complejos turísticos o empresariales en esas zonas, que ayuden a financiar la obra, y a su vez generar empleo permanente.
Seguir dependiendo únicamente de peajes para financiar la infraestructura en la región capital le pasa una cuenta de cobro grande a Bogotá y los municipios cercanos en materia de competitividad, productividad e incluso equidad. Es urgente que se busquen maneras para mitigar la necesidad de peajes y sus costos en el desarrollo de la región.
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