El crecimiento económico es sin duda la mejor herramienta para el progreso de un país. Acompañado de una política social que iguale oportunidades con criterios de progresividad y justicia, el crecimiento de la producción permite generar puestos de trabajo, aumenta el bienestar de los consumidores de bienes y servicios, y mejora el recaudo tributario, aliviando así presiones fiscales para entregar bienes públicos. En Bogotá este crecimiento está explicado por las más de 404 mil empresas que operan en la ciudad, y que se suman a las más de 66 mil que existen en la región.
En ese contexto, el esfuerzo que hace la Cámara de Comercio de Bogotá es crucial, si se quiere evaluar cada cierto tiempo el avance de las empresas de la ciudad, y proponer alternativas de atención para los múltiples retos que enfrentan. Esta semana, en efecto, la agremiación publicó por segunda vez la Gran Encuesta del Empresariado, justamente con ese fin: conocer en dónde estamos y qué sigue.
En esta columna veremos qué datos clave nos deja, y qué tipo de elementos se deberán tener en cuenta para la construcción de políticas, programas y proyectos de ciudad, en especial durante el último año del gobierno distrital que está por comenzar.
En términos generales, la encuesta confirma una vez más que las mipymes siguen constituyendo el 97% del tejido empresarial bogotano, la mayoría de ellas microempresas (92% del total). Se dedican en forma significativa a servicios, actividad que concentra el 54% de las empresas. *El comercio concentra el 33% * y la industria 13%, confirmando esa dinámica de expulsión a la sabana que denunciamos esta semana en debate de control político. Aunque hay un número importante de personas jurídicas, aún una mayoría de empresas es persona natural, con un 56% del total.
Entre las características de las empresas hay varias comparaciones que sobresalen, tanto si se analiza el año anterior, como si se comparan las dos clasificaciones utilizadas en la encuesta: con y sin registro mercantil, lo que es una buena aproximación de la formalidad. Así, por ejemplo, entre las empresas que cuentan con registro mercantil, sobresale que en promedio tienen 3 años de antigüedad, fueron creadas en su mayoría por mujeres para ejercer su oficio o profesión y se inició con recursos propios. Estas empresas funcionan generalmente en locales arrendados, y usan transacciones bancarias y efectivo. Usan redes sociales como medio de venta, tienen deudas cercanas a los $10 millones, manejan su contabilidad mediante software y tienen ventas de entre $10 y $50 millones de pesos.
Las empresas sin registro mercantil, por su parte, están generalmente dirigidas por hombres, cuentan en promedio con 2 años de antigüedad, se financiaron con préstamos familiares y propios, tienen un único propietario, un empleado y también divulga su publicidad con redes sociales, llevan la contabilidad en un cuaderno, y tienen ingresos inferiores a los $10 millones.
A partir de ese diagnóstico, la Cámara de Comercio concluye que entre 2021 y 2022 las empresas de Bogotá han avanzado mucho en términos de formalización laboral. De hecho, mientras el año pasado 41% de las empresas pagaron aportes de salud a sus empleados, este año la proporción se ubicó en 62%, lo que representa una mejora ostensible. Pero también la Cámara revela que existe una diferencia muy importante en el nivel de desarrollo empresarial en los negocios que cuentan registro mercantil frente a los que no lo tienen, especialmente en aspectos como el personal ocupado, los motivos de creación, los medios de pagos utilizados, entre otros.
La agenda pública liderada por las autoridades distritales deberá concentrarse en formalización empresarial y laboral, en mejorar la educación, la profundización financiera, y en impulsar las ventas. En todo eso nos concentraremos en este 2023 que comienza.
Concejal de Bogotá
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