Petro no hizo un buen gobierno en Bogotá, y ahora, si se cumplen los anuncios de sus funcionarios, nos perjudicará a los bogotanos una vez más, aún peor que al resto del país. Veamos cómo.
Recuerdo que a dos meses de radicar la primera reforma tributaria de 2021 la opinión nacional, se rasgaba las vestiduras entre la intranquilidad, la ansiedad y la incertidumbre, al desconocer un proyecto de texto y los cambios propuestos. Ya el tema genera intranquilidad.
Hoy nos pasa algo mucho peor. Estamos llenos de anuncios erráticos por parte de la administración que radicará en menos de una semana -sí, menos de una semana-, la reforma tributaria más profunda de la historia reciente, según el presidente electo. Lo único que conocemos son las promesas de campaña, consignadas con firmeza y heroísmo en el programa de gobierno, así como uno que otro anuncio del ministro de Hacienda entrante, y del designado director de la Dian.
El último aviso, muy en la línea de los gobiernos de izquierda, fue que, a partir del 2023, los colombianos pagaríamos más impuesto de ganancia ocasional. Mucho, mucho más.
El tema afecta a los Bogotanos de clase media de forma sustancial. Para explicarlo pondré un ejemplo, una historia supuesta para entender el tema y para que nos hagamos una idea correcta de la dirección en la que iría el país.
Suponga que usted, que vive en Bogotá, comparte la desgracia de un familiar fallecido con un amigo cartagenero. Suponga que, con el esfuerzo de una vida próspera, ambos fallecidos hayan construido un patrimonio modesto, un par de apartamentos, uno en Bogotá y otro en Cartagena, de $500 millones cada uno. Los dos heredan al tiempo. Suponga que, cargando su dolor, ambos recorren el dispendioso trámite de sucesión. Resulta que en medio del proceso usted empieza a observar que mientras su futuro inmueble tenía en 2020 un valor catastral de $350 millones (70% del valor comercial), el de su amigo cartagenero tenía un valor de $200 millones (40% del comercial). Y mientras a usted se le actualizó en 2021 por última vez, al de su amigo, el IGAC lo hizo en 2014, y no se prevé que cambie para este año. A usted en cambio le podría llegar, por la actualización que a usted sí le harán, sumado al cambio en tarifas que se reactivó en 2022, a casi $370 millones. Su amigo, probablemente, se quedará en los mismos $200 millones.
Petro, en la voz de su ministro Ocampo, le anuncia ahora que, por recibir ese inmueble a usted le van a quitar, ya no los $15’000.000 que debe tributar hoy (teniendo ya en cuenta el mismo tramo exento de hoy, que, quiera Dios, no se les ocurra tocar), ¡sino más de $26’200.000! Su amigo cartagenero, por su parte, no pagará un peso. Léalo bien. Ni un peso, pues el tramo exento de ese impuesto para una vivienda urbana heredada, hoy vigente, superaría el valor catastral.
Presidente Petro: buena parte de Bogotá decidió perdonarle su mal gobierno y volvió a votar por usted. Téngalo en cuenta y trate de no dañar más esta ciudad.
Concejal de Bogotá